Movidas desde la caverna, por Eliana Carlín


Esta semana el Congreso de la República ha tomado decisiones ensombrecen aún más el panorama. Primero, se aprobó la prohibición de brindar capacitaciones a las personas reportadas como agresores y que se encuentran en libertad. Estas capacitaciones pretenden educar y sensibilizar sobre el impacto nocivo de la violencia contra la mujer y los integrantes del grupo familiar.Han sido eliminadas.

Además, en la Comisión de Cultura se aprobó un dictamen que asigna a los gobiernos locales la responsabilidad de decidir si las manifestaciones públicas (marchas, pasacalles, intervenciones en la vía pública en general) resultan perjudiciales para la niñez. Esto resulta discrecional, arbitrario, y tiene un claro ánimo de censura contra expresiones artísticas y políticas. Por si fuera poco, el miércoles se votó la inhabilitación de ex autoridades como Francisco Sagasti, Martín Vizcarra y Salvador del Solar. Al momento de enviar esta columna, se salvó de la inhabilitación Francisco Sagasti.

Consignará algunas cifras para reflexionar sobre la eliminación de los talleres contra la violencia que debían llevar los agresores. De acuerdo con el Programa Nacional Aurora, al 31 de marzo se habían atendido 42, 805 casos de violencia en los Centros de Emergencia Mujer (CEM). Además, se reportan 49 casos con características de feminicidio. Recordemos que el trabajo de los CEM no está limitado a casos de violencia contra la mujer sino que cubre a todo el entorno familiar, incluyendo niñas y niños, adultos mayores, personas con discapacidad, etc. Como vemos, la realidad exige una atención integral desde el Estado. Si bien las intervenciones son perfectibles y requieren evaluarse periódicamente, eliminar lo que existe no es una solución.

Existe evidencia sobre la eficiencia de iniciativas participativas, lideradas por miembros de las comunidades, así como de la relevancia de la participación de hombres aliados en la lucha contra la violencia. Ya que vemos la inacción desde el Estado - tanto desde el Ejecutivo como desde el Legislativo- , y el desmontaje de la poca institucionalidad existente, es importante un compromiso también desde el sector privado para que al menos en espacios laborales formales exista investigación seria sobre acoso y hostigamiento, microviolencias y abordaje de estas situaciones. ¿En tu centro laboral, qué se hace contra la violencia?