Martín Adán lo cuenta todo, por Mirko Lauer

El Adán no poético, por así llamarlo, que figura en estas páginas, se parece mucho al de la leyenda.

Ocurridas en el último año de la vida de Rafael de la Fuente, las Conversaciones Martín Adán/Francisco Alarco, editadas por Andrés Piñeiro (Lima, PUCP, 2024), son un camino seguro hacia la personalidad del poeta. Alarco es psiquiatra, y eso le concede a la crónica de sus visitas sabatinas a Adán una calidad de versado y afectuoso diagnóstico, pues eran amigos y parientes.

El Adán no poético, por así llamarlo, que figura en estas páginas, se parece mucho al de la leyenda. Es una persona de frases felices, opiniones arbitrarias, inclinación hacia un constante y reaccionario comentario de la vieja Lima, y obsesión temática por su parentesco y sus viejas amistades. Acaba configurándose en escena un señorón inteligente y, nos dice Alarco, muy deprimido.

El libro tiene una evidente calidad autobiográfica, pues son los temas centrales del personaje los que dan estructura a su charla. Adán comenta, de paso pero repetidamente, la relación con su madre y su tía Tarsila, con el alcoholismo, y la relación con Luis Alberto Sánchez y José Carlos Mariátegui, a quienes considera centrales en su vida literaria.

Alarco no interroga a Adán, sino que lo deja hablar con libertad. Resulta de eso un limeño muy antiguo y muy chismoso, que lo sabe todo sobre su círculo personal, que fue sobre todo el mundo intelectual de la Universidad de San Marcos. No hay, en cambio, dato alguno sobre la vida social en la bohemia del centro de Lima, un lugar sin nombres propios ni anécdotas rescatables.

Cuando el libro comienza, Adán ya ha dejado de escribir. Alarco lo anima a retomar la pluma, pero el tema ya no le interesa, en parte por su mala vista. Mucho más lo atrae la recapitulación de su vida misma, sobre la cual es mucho lo que se conoce. Aunque hay datos nuevos muy significativos, como que el poeta nunca subió a Machu Picchu “por su acrofobia” y su deseo de “echarse al vacío”, recoge Alarco.

No es el único dato interesante. “El padre de Westphalen —comenta Adán— ganaba mucho en su restaurante Café Berlín, de altísima clase social.” Esta obra es muy buena compañía para la frecuentación de la obra de Adán, a la cual el poeta no es indiferente, sino un seguidor dedicado de ediciones y traducciones.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).