No es cultura, es violación, por Irma del Águila

“En junio de 2022, la sede de la UGEL en Condorcanqui que albergaba unos 600 expedientes abiertos a docentes por abusos sexuales contra estudiantes, fue incendiado por una turba”.

“No lo violó, fue intento de violación. El profesor decía a mi hija ´levanta tu calzón para ver qué color tienes´ y lo ofrecía ´te doy 100 soles para hacer amor´. Ahí lo denuncio yo, un profesor no va a estar hablando así. No recuerdo si llegó a tocar, pero recuerdo que hizo levantar su pierna y dijo ´vamos a hacer amor´ y ofreció plata. En el colegio, ha hecho que quede después de clase y ha dicho que baje el calzón”, denunciaba el indignado padre de una muchacha de 16 años, consignado en un Informe sobre violencia sexual contra niñas y adolescentes awajún en el Río Santiago, en la región Amazonas (Minedu 2017).

La denuncia llegó a la fiscalía y se abrió el proceso penal. Sin embargo, al padre le resultó imposible acudir a las tres citaciones: cada viaje con su hija a Nieva que se hace en peque peque le demandaba un gasto exorbitante, “era S/. 200 soles ida y vuelta”. Todo quedó en nada. 

Esta realidad es conocida por lustros en el sector educación. Hace solo unos días, la profesora Rosemary Pioc, presidenta del Consejo de Mujeres Awajún, dio a conocer 524 denuncias de violencia sexual contra docentes en la misma provincia de Condorcaqui, entre 2010 y mayo de 2024. Tristemente, algunos docentes han contagiado el VIH a sus víctimas, niñas y adolescentes awajún.  

"Cuando hice esta denuncia en RPP, el Ministerio de Educación salió a pronunciarse diciendo que no hay casos en el sistema sobre esas violencias, que son exageraciones”, señaló Rosemary Pioc. ¿Cómo que “exageración”? En realidad, se quedó corta: en junio de 2022, la sede de la UGEL en Condorcanqui que albergaba unos 600 expedientes abiertos a docentes por abusos sexuales contra estudiantes, fue incendiado por una turba. Se sospechaba una acción premeditada para destruir los expedientes. 

Si el reporte de la profesora Rosemary Pioc resulta lamentablemente verosímil ¿por qué la resistencia a afrontar estos casos que comprometen al Estado peruano de forma tan flagrante? Al muro de indiferencia de la burocracia ministerial en Lima se suman casos de abierta complicidad con el maestro o negligencia de las UGEL en el ámbito local y provincial. 

Nada ejemplifica mejor el desinterés y desidia del Estado que las propias declaraciones del ministro de educación, Morgan Quero, "Si es una práctica cultural que lamentablemente sucede para ejercer una forma de construcción familiar, vamos a ser prudentes”. ¿La violación de niñas es “una forma de construcción familiar”? La ministra de la mujer, Angela Hernández, unió su bramido al bramido: “Se trata efectivamente de prácticas culturales”. En cualquier democracia, el ministro de educación y la ministra de la mujer hubieran debido presentar su renuncia. Pero no con este gobierno.  

El ministro Quero y la ministra Hernández interponen un burdo argumento culturalista, que es en realidad una coartada que disimula el prejuicio o la cínica negación. El Informe del MINEDU del 2017 desmiente tajantemente a losministros: “Las agresiones sexuales en ninguno de los casos fue considerada un evento normal y mucho menos un valor cultural o social en la CN [Comunidad Nativa] del estudio”.Contundente. 

Las expresiones del ministro Quero no son exabruptos, hacen parte de una mentalidad con hondos arraigos en el Perú. La violencia sexual contra niñas y púberes, más aun si son indígenas es soslayado bajo distintas disculpas de orden “culturalista”. 

Recordemos, en noviembre de 2023, el Congreso aprobó la ley que proponía poner fin a la práctica del matrimonio infantil y que, en los hechos, era una forma de “regularizar” la violación sexual de menores.  Se abstuvieron los congresistas José María Balcázar, ex Perú Libre, feroz defensor del matrimonio infantil, Víctor Cutipa, ex Perú Libre y Gladys Echaíz, de Renovación Popular. 

El ministro Quero debería renuncia. No lo hará. Pero lo cierto es que en  la sociedad peruana hay cada vez menos lugar para los Quero, las Hernández y los Balcázar. Quero ha tenido que decir que no dijo lo que dijo, al verse confrontado con una enorme ola de indignación de los y las peruanas. Nos queda la convicción de que el tiempo de los Quero se acaba. Y el de Dina Boluarte también. 

Irma Del Águila

Por ahí

Socióloga y narradora. Exdirectora académica del programa “Pueblos Indígenas y Globalización” del SIT. Observadora de derechos humanos por la OEA-ONU en Haití. Observadora electoral por la OEA en Haití, veedora del Plebiscito por la Paz en Colombia. III Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro por “El hombre que hablaba del cielo”.