Hay un genial escritor en la Argentina de nombre Hernán Casciari. Lee cuentos en auditorios rioplatenses que se descuelgan, encandilados y a las risas, con sus lecturas desopilantes. Hernán se ha dado el privilegio de leer sus cuentos literarios en la televisión abierta bonaerense; nada más y nada menos que en el noticiero del horario estelar de Telefé. Casciari, un porteño honesto en sus relatos, nacido en Mercedes y un virtuoso de la literatura, desarrolló una teoría fascinante para entender la edad de los países:
“Desde chicos, nos explicaron que para saber si un perro es joven o es viejo había que multiplicar su edad biológica por siete. Con los países, pasa al revés. Hay que dividir su edad entre catorce para saber cuántos años tienen”.
Según la avispada fórmula de Casciari, el Perú tiene 14 años y a poco del quinceañero —todo esto, si es que fuese un ser humano, se entiende—. De ahí se podrían explicar la cantidad de tropezones y desaciertos que se están perpetrando, de un tiempo a esta parte, en nombre de este país sin ley y sin memoria:
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“Argentina por ejemplo nació en 1816. Si lo dividimos entre catorce, Argentina tiene casi 15 años; o sea está en la edad del pavo. Argentina es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar, está llena de acné; por eso le dicen el granero del mundo”.
Y el Perú, dicen, nació en 1821 y por culpa de un argentino. Pero pueda que, en verdad, se hizo libre e independiente en 1824; o quizá surgió por la resiliencia adquirida con San Martín y la dictadura del sanguinario Bolívar. El ejército realista no fue otro que una mayoría de criollos limeños, fascinados con el coloniaje. Y Lima fue y es un oasis fallido; un accidente en los territorios incaicos que señalaban a este valle como un providencial territorio próximo al inmenso mar.
“En el otro extremo, por ejemplo, está la China milenaria. Si dividimos sus 1.200 años, entre catorce, nos da una señora de 85 años; conservadora, con olor a pichi de gato y que se la pasa comiendo arroz, porque no tiene para comprarse la dentadura postiza”.
Es decir, el mocoso peruano y la anciana de Pekín están a punto de sellar una alianza de largo aliento. El puerto de Chancay viene a revolucionar nuestros paradigmas adolescentes. Su implementación puede ser determinante en los años venideros que nos resta como república. El megapuerto debe ser inaugurado en noviembre. En una primera etapa, se deben ejecutar US$1.300 millones de inversión; la cantidad es similar a la de todo el controversial proyecto Tía María que parirá a fin de año, finalmente. Y si todo camina como debe caminar, el megaproyecto de Chancay deberá ampliar su inversión a US$3.500 millones.
“España tiene hijos por todas partes, casi todos de 15 años, que viven lejos; los quiere mucho, pero le molesta que los hijos, cuando tienen hambre, pasen alguna temporada en su casa y le abran la heladera”.
Hay que soltar la teta de la corona. Sincerémonos. Hubo gente en la última elección del 2021 que flameó la bandera de la cruz de Borgoña. A punta de bayonetas y hermanos Gutiérrez colgados como reses, hemos regresionado hasta esa suerte de problema y posibilidad, como lo planteaba Basadre; o de república fracasada, como lo sugiere Cotler en su Clases, Estado y nación.
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“El mundo estaba bien, es decir, así como estaba, hasta que un día Rusia se juntó sin casarse con la Perestroika y tuvieron una docena y media de hijos todos raros; algunos mongólicos, otros esquizofrénicos”.
Recientemente, el ministro de Transportes, Raúl Pérez Reyes —de cercanías fujimoristas, sin estar necesariamente inscrito en Fuerza Popular—, ha hecho un anuncio que nos compromete como país en esta pubertad a lo Casciari: “El problema es que no podría darse la exclusividad y, si no se aprobase, tendríamos que plantear ver si es posible que nos den en la delegación de facultades para sacar nosotros la norma, que no es lo que queremos, esperamos que esto se debata en el Congreso y se resuelva ahí”.
El señor ministro se la está jugando por la geopolítica. Pérez Reyes no solo está fungiendo de alfil fujimorista en el Gobierno de la señora de los Rolex; sino que la señora Isaura Delgado, su esposa, fue hasta hace poco la gerenta general de la American Chamber of Commerce of Perú. O sea, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos advirtiendo —reactivamente y a la velocidad de Biden— el avance geopolítico chino; Pérez no tuvo mejor idea de haber, quizá, aplacado los auxilios de su señora esposa. Ha sido en el ministerio de Pérez Reyes donde se ha gestado el entrampamiento chino en Chancay. Es bien sabido en los corrillos de la gestión pública que Pérez Reyes y su esposa mantienen estrecha comunicación con el operador político Miki Torres, otrora congresista que auxilió con papel higiénico a su jefa Keiko Fujimori.
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“A mí me da un poco de miedo que nos aparezcan países de corta edad, así de repente. ¿Por qué siguen haciendo países nuevos, me pregunto si los que hay todavía no funcionan?”
Y a mí me da un poco de miedo cada vez que este Congreso aprueba crear más y más distritos. Este país sin ley no funciona con tanta burocracia y abundante planilla. Por eso creo, también, que lo de fusionar organismos reguladores no es una mala idea. Una suerte de Superintendencia de Regulaciones y Supervisiones —pongamos que se sigle en SURESU—, que incluya gerencias de cada Osiptel, Ositrán, Osinergmin y Sunass, o como se llamen. Así como debemos dar el salto de regiones a macrorregiones; integrar costa, sierra y selva entre departamentos.
Lima no puede tener 43 distritos, a lo mucho cuatro grandes macrodistritos que se gobiernan por un alcalde que se respete, que no es el que tenemos que soportar hoy. Pese a ello, es saludable que se haya aprobado la reelección de alcaldes y gobernadores. El problema es que se excluya a los movimientos regionales. Es entendible lo de la atomización de la representación política. Sin embargo, se debió considerar la abducción de esos movimientos desde los partidos nacionales. Una segunda votación congresal deberá ser mejor pensada, porque si no le seguimos dando carne al vandalismo político que nos sigue reventando la puerta con Antauro a la cabeza.
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“Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad”.
Casciari nos lanza una aspirina para entender todo este revuelo. Perú es un país en pubertad. De peores crisis hemos salido. A mantener la fe, porque a esta vida republicana aún le faltan escribir sus mejores horas.
Comenzó su carrera en 1999 en el equipo fundador del Canal N. Durante todo el año 2005, hizo reportajes de investigación para el programa Cuarto poder, de América Televisión. Entre 2006 y 2007, fue editor general de Terra TV, un canal de televisión por internet de Terra Networks. Desde octubre de 2018 a marzo del 2022, dirigió el programa diario Nada está dicho por el canal de pago RPP TV. Desde el 2 de mayo de 2022, regresó a Canal N para dirigir el programa de entrevistas de política y actualidad: Octavo mandamiento.