Enigmas culturales, por Roberto Ochoa

“Claro, en otras circunstancias políticas, esta reculada oficial habría provocado la renuncia de la ministra, pero lo verdaderamente importante es saber quién estuvo detrás...”.

Yo estaba convencido de que los quipus, como una forma de escritura, son el mayor enigma del antiguo Perú. Pero ha sido superado por una nueva incógnita que ronda en los ambientes del Ministerio de Cultura: ¿quién agregó la erradicación del certificado de inexistencia de restos arqueológicos (CIRA) como un texto escondido en el último párrafo del PL que modifica la ley de patrimonio cultural de la nación?

La mentada “disposición complementaria derogatoria” provocó un terremoto grado 9 que remeció los ambientes del Mincul y se sintió hasta en Palacio de Gobierno y la vecina PCM. Las réplicas empezaron con la sorpresiva renuncia de un alto funcionario que había asumido el cargo un día antes. Luego estallaron las redes sociales y reaccionaron algunos medios de comunicación. Luego fueron la sorpresivas cartas abiertas de protesta firmadas por arqueólogos, funcionarios, trabajadores, guachimanes, vecinos y hasta los cuidacarros de la cochera del Mincul. Todas las manos, todas, firmaron sendos pronunciamientos con firma y DNI en contra. El miedo se acabó. Tanto así que el viernes pasado se publicó un comunicado oficial del Mincul en el que anuncian que la normativa será “evaluada y analizada en su mejora” (sic).

Claro, en otras circunstancias políticas, esta reculada oficial habría provocado la renuncia de la ministra, pero lo verdaderamente importante es saber quién estuvo detrás de este intento de golpe al patrimonio cultural de la nación.

¿Fue en el último consejo de ministros? ¿Fue presión del MTC o del Ministerio de Ambiente o del MEF, ahora que su titular se dignó a reconocer que estamos en recesión? Extraño, muy extraño.