Odio, ideología y estupidez, por Augusto Álvarez Rodrich

Opinar antes de informarse, sin interés por los hechos.

Es una lástima que, en medio de la tragedia terrible en marcha en el Medio Oriente, haya quienes tengan una predeterminación para tomar partido, por un lado, y no en función de los hechos, sino de una ideología que abrazan, pero que, en verdad, no solo les impide ver la realidad, sino que los empuja al abismo del ridículo.

No tanto como los que abusan del wishful thinking: pensamiento ilusionado que impulsa a creer que ocurrirá lo que se quiere que ocurra. Como los que odian a Dina y por las calles le gritan asesina —en vez de marchar por una investigación rigurosa— y creen que, por ello, su gobierno acabará en dos semanas, o como los que adoran a Alianza Lima y creen que, por su fanatismo, el tricampeonato está asegurado. 

La tipología del trastorno que se comenta a propósito del drama en Israel y Gaza es otro, y alude al efecto decisivo que tiene la ideología que se defiende en las opiniones y posiciones que se tienen en, por ejemplo, la política. Pensando en el ejemplo anterior, como los que ven en una jugada en el área chica un penal en función del equipo del que se es hincha.

Pensando en los eventos internacionales, son los derechistas que creen que Estados Unidos siempre tiene y tendrá la razón —creencia que se relaja un poco cuando Joe Biden es el presidente—, o izquierdistas que siempre están del lado de Putin hasta cuando invade Ucrania, de Palestina en sus tensiones con Israel, o para quienes la causa saharaui es la primera prioridad mundial, pero les interesa un pepino el abuso a los uigures en China. 

Por ejemplo, el excéntrico y deslenguado Gustavo Petro que ante los israelíes masacrados por Hamás proclama que “ya estuve en el campo de concentración de Auschwitz y ahora lo veo calcado en Gaza”; o Andrés Manuel López Obrador que no puede condenar el terrorismo de Hamás porque se cree izquierdista. Mucho más sensato parece Nayib Bukele, quien, “como salvadoreño con ascendencia palestina”, señaló que “esas bestias salvajes de Hamás no representan a los palestinos”.

Son políticos o, también, periodistas y, en general, personas que primero opinan y recién después se informan, derrochando, por supuestas, ideologías, odio y hasta estupidez.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.