¿Cumbre amazónica?, por Roberto Ochoa

“Boluarte, por su parte, no dijo nada nuevo y ha repetido lugares comunes en su discurso ante la Organización...”.

Más allá de si le importan o no los graves problemas que afectan a la Amazonía, la sola presencia de Dina Boluarte en la cumbre celebrada en la ciudad brasileña de Belém es un triunfo político para la mandataria peruana y una derrota para la izquierda aliada de Pedro Castillo.

Nos guste o no, la reunión y la foto oficial con el anfitrión Luiz Inácio Lula da Silva es un espaldarazo a la imagen internacional de Boluarte, que se suma al apoyo de otro mandatario izquierdista en la región: Gabriel Boric.

Como se recordará, el presidente izquierdista chileno tomó distancia de la defensa del golpista Pedro Castillo. A diferencia del mexicano Andrés Manuel López Obrador y su par colombiano, Gustavo Petro, quienes lanzaron lodo con ventilador contra Boluarte, el mandatario chileno fue muy crítico con Castillo y logró devolver al Perú la presidencia de la Alianza del Pacífico, luego de convencer al propio AMLO.

Hoy en día, mientras la esposa de Castillo goza de la protección y del asilo ofrecido por AMLO en México, el mandatario mexicano está dedicado al apoyo de sus candidatos oficialistas y a resolver las sucesivas crisis políticas que agobian su Gobierno.

Por su parte, el Gobierno de Petro luce más contaminado que palo de gallinero. A la crisis generada por la telenovelesca bronca entre sus principales asesores (que incluyó la revelación de maletas repletas de dinero) se sumó el escándalo de su hijo Nicolás y las investigaciones fiscales por el origen sucio de los aportes financieros para su reciente campaña electoral.

Boluarte, por su parte, no dijo nada nuevo y ha repetido lugares comunes en su discurso ante la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), en Brasil. Pero lo que me parece un error político, es haber invitado a Lula para que visite Perú: Todavía está fresco el recuerdo del papel de lobista que realizó el mandatario brasileño para defender y promocionar las obras de Odebrecht, OAS y otras transnacionales que convirtieron al Perú en el patio trasero de Brasil.