Precio del dólar HOY, 1 de mayo
Día del Trabajo: mensajes y frases para dedicar hoy

Y el patrimonio, ay, siguió muriendo, por Roberto Ochoa

“De ahí la importancia de leer el referido ‘proyecto de decreto supremo’ y escribir nuestros comentarios...”.

Mientras usted lee estas líneas, quedan solo cinco días para presentar las observaciones al nuevo reglamento del “proyecto de decreto supremo que modifica el reglamento de la ley 28296, ley general del patrimonio cultural de la nación” (sic). En cristiano, significa que el Ministerio de Cultura, por orden de la Presidencia del Consejo de Ministros y de la propia presidenta de la República, tiene que acomodar la legislación que protege nuestro patrimonio cultural para permitir las obras que necesita el Gobierno para justificar su existencia.

Para nadie es un secreto que en cada Consejo de Ministros se repite esa pugna que enfrenta a ministerios como los de Transportes y Comunicaciones y el de Energía y Minas (entre otros) con un solitario Ministerio de Cultura, encargado de defender nuestros monumentos históricos. De ahí la importancia de que exista el Mincul y que tenga un sillón en el Consejo de Ministros.

Pero también depende de la personalidad del ministro (a) de turno. Hay quienes repiten el “sí, señor” a todo lo que manda la PCM. Pero también hay quienes se juegan el cargo en defensa de nuestro patrimonio. Parece que hoy tenemos de los primeros.

De ahí la importancia de leer el referido “proyecto de decreto supremo” y escribir nuestros comentarios. El objetivo es que debemos cerrar filas contra este PL.

Los comentarios, observaciones y/o sugerencias pueden ser presentados a través del portal institucional del Ministerio de Cultura (www.gob.pe/cultura) y/o al correo jflorez@cultura.gob.

Les recomiendo observar el artículo 28: mecanismo de autorización y supervisión del Mincul. Facilita la categorización del bien cultural para favorecer a los constructores y anuncia la supervisión correspondiente... cuando sabemos que el Mincul no está en condiciones de supervisar nada porque siempre llega tarde, cuando el cargador frontal ya destruyó el monumento.