Gran Orquesta de Domínguez sufre grave accidente

Los cabildeos en el Congreso

A dos semanas de la elección de la nueva directiva, siguen las negociaciones.

Se han conocido los primeros fracasos que enfrentan los grupos parlamentarios que pretenden conformar la Mesa Directiva correspondiente a las dos legislaturas 2023-II y 2024-I.

Se buscó una fórmula integrada por la alianza del fujicerronismo, que no logró cuajar por diversos motivos internos y externos. En el camino se quisieron borrar los antecedentes antidemocráticos del candidato del cerronismo Waldemar Cerrón. Los voceros fujimoristas intentaron vender ante los medios los méritos del congresista, quien el año pasado era tachado por ellos mismos de terrorista, y ahora es un digno representante del establishment.

Esa primera intentona de lograr los más de 70 votos en el Pleno para ratificar la directiva se ha perdido y ahora se ensayan nuevas fórmulas dirigidas a lograr las adhesiones necesarias.

Hay quienes especulan sobre la necesidad de armar una propuesta de directiva basada en el modelo del 2022 con similares aliados, a excepción de algunos grupos como Podemos Perú, que tienen resistencias internas de los otros asociados. La base sigue siendo una derecha tradicional amalgamada por intereses privados comunes frente a una izquierda, que también tiene dificultades para lograr una mayor coordinación con miras a las elecciones internas.

La izquierda ha quedado desperdigada tras la asonada golpista de Pedro Castillo. El factor de división fue el posterior respaldo al expresidente y la alineación del cerronismo con el fujimorismo. Múltiples agendas y posiciones encontradas frente a temas prioritarios impiden una asociación electoral.

Por lo pronto, quien articule mejor en búsqueda de los 70 votos podrá convertirse en la nueva representación de los congresistas para el año legislativo que se inicia este 28 de julio. Todavía no hay humo blanco en ninguna de las tiendas políticas.

Los analistas señalan que la democracia sin partidos en el Perú también es una sin liderazgos ni proyecto común. Es una asociación guiada por intereses privados y subalternos, que está aprovechando los vacíos de una legislación que no les exige mayores controles ni rendición de cuentas.

La nueva directiva que se está fraguando sigue la misma y negativa dinámica: desaprobación de la ciudadanía, sojuzgamiento de otros poderes del Estado, búsqueda de manejo del sistema electoral y despilfarro presupuestal. Es decir, más de lo mismo.