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Prioridad de la salud mental

Urge la reactivación de servicios públicos de atención a nivel nacional.

La atención prioritaria a la salud mental de la población es una necesidad indiscutible. La pandemia ha dejado secuelas que requieren ser atendidas: pérdida de familiares, cambios en el empleo, enfermedad, inseguridad, etc. Todas ellas son alteraciones que producen estrés, ansiedad y depresión, las cuales deben ser evaluadas por médicos especialistas.

Esos cambios en el estilo de vida necesitan ajustes y adaptación bajo supervisión profesional. La salud mental precisa de un mayor control en la medicina específica para tratar su deterioro, la existencia de fármacos genéricos, garantizando su abastecimiento y control de precios.

Las recientes inundaciones en el norte del Perú, los efectos de El Niño que ya se está anticipando, han agravado las condiciones de la atención hospitalaria por el incremento de epidemias como la del dengue. Sin embargo, no puede ni debe postergarse la atención de un promedio de 6 millones de peruanos con alguna afección o desorden mental.

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El Minsa estableció en el 2019 que alrededor del 20% de la población tenía una patología mental. Es evidente que las cifras pospandémicas son abultadas. Siendo un tema de salud pública, se limitan las atenciones por razones presupuestales. Era lógico que con la pandemia, para evitar los contagios, se cerraran todos los centros de atención especializada, pero ahora, que el Covid-19 está bajo control, no hay una normalización; por el contrario, hay un déficit.

En el caso del norte peruano, el Minsa ha anunciado un fondo destinado a mantener la calidad emocional de las personas afectadas por las lluvias. No se conoce el modo en el que se hará la distribución del dinero por parte de los Gobiernos regionales, ya que hay una tendencia histórica en el sector estatal a no invertir en la atención de esa rama médica.

En términos globales, Francia y Noruega son los países que más invierten en garantizar la salud emocional de su población, con porcentajes que van del 14 al 15% del presupuesto. En el caso peruano, el 2% se destina a este tipo de atenciones.

Aún queda mucho trabajo por realizar en este campo que se hace prioritario, conforme se incrementan las razones que desestabilizan la salud mental de la población. La emergencia no puede hacer colapsar el bienestar emocional de millones de peruanos.

La República

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