Cronograma de retiro AFP, según José Luna

El zarpazo, por Carlos Cornejo

“Para el Gobierno del socialista Pedro Sánchez y sus aliados de la izquierda alternativa, de sesgo radical y disruptivo, estas elecciones han sido una derrota…”.

España acaba de vivir este fin de semana sus elecciones autonómicas y municipales. Es el equivalente a nuestras elecciones regionales. Y, como toda elección subnacional en aquellos países donde hay una fuerte institucionalidad política y donde los partidos aún sostienen vínculos de participación o pertenencia de amplísimos sectores ciudadanos, las elecciones son una suerte de termómetro para conocer qué percibe el ciudadano de su Gobierno nacional.

Para el Gobierno del socialista Pedro Sánchez y sus aliados de la izquierda alternativa, de sesgo radical y disruptivo, estas elecciones han sido una derrota. Pese a que su gestión apostó por una serie de reformas que en varios niveles significaron la ampliación de los derechos sociales por parte de poblaciones vulnerables, esto no ha sido reconocido como un valor político que les permitiera triunfar en este proceso.

El Gobierno ha tenido al frente de su gestión a la derecha tradicional y conservadora representada por el Partido Popular y la ultraderecha, heredera de las peores formas del franquismo. Una oposición con poca propuesta, pero capaz de mover el tablero con su prédica xenófoba, opuesta a la memoria, al feminismo más de avanzada, así como a otros grupos sociales. En el marco de la prédica opositora y los errores del propio Sánchez, se ha gestado la derrota que el socialismo español ha tenido que encajar.

Si bien el triunfo, medido en votos totales, no ha sido demasiado abultado —cerca de 760.000 votos—, la diferencia ha sido suficiente para que la mayor parte de las autonomías o Gobiernos regionales pasen —luego de este resultado— a ser gestionados por los conservadores. Pero lo más preocupante es la presencia de Vox, la extrema derecha, en casi todos los concejos de los Gobiernos subnacionales, salvo en Galicia, donde con coraje han detenido los embates de la fascista organización que dirige Santiago Abascal.

¿Por qué esta historia es importante para nosotros? Porque puede ser la expresión del mismo zarpazo conservador en nuestro ajedrez político. Si bien la institucionalidad política peruana difiere en mil cosas de la ibérica, comenzando por entender que por estos lares aquello que llamamos partido no es más que un remedo pobre y torpe del concepto mismo de organización política, sí hay elementos comunes que deberían hacernos reflexionar para alejarnos de esa derecha fascistoide.

Estos son los elementos comunes que detectamos: son xenófobos, con marroquíes o latinoamericanos, les da igual; son serviciales al poder económico, permiten que grandes empresas no paguen impuestos y tengan ganancias groseras ante la pauperización de sectores medios y bajos; toleran una amplia violación a los derechos humanos aunque estos se violen en el Mediterráneo, en Juliaca o en Ayacucho; les repugna la memoria, la del franquismo o la del Conflicto Armado Interno, mientras más olvido, más espacio para sus tropelías. Ojo, entonces, con el zarpazo.

Carlos Cornejo

Cuerpo a tierra

Comunicador por la UL. Hace 22 años que conduce y produce en radio y Tv. Cursó la Maestría en Ciencia Política en la PUCP. Ha dirigido el Área de Asuntos Públicos del IDEHPUCP. Enseñó periodismo en la UPC y fue corresponsal de Radio Nederland de Holanda. Actualmente conduce “El Informativo” en Radio Nacional.