La tentación principal que podría llevar al fracaso al gobierno de Dina Boluarte sería creer que lo peor de la crisis ya pasó y que, en adelante, todo será mejoría en piloto automático.
Sería su mayor error entre los muchos que ha tenido, como no reconocer desde el inicio que sería un gobierno de transición con mandato abreviado.
La presidencia de Boluarte es muy frágil y lo seguirá siendo. No tiene bancada ni respaldo de un Congreso que solo la usará como flotador para durar el mayor tiempo posible y la descartará cuando lo requiera para lo mismo.
Tampoco tiene el respaldo de la ciudadanía y es poco probable que pueda construir una aprobación mucho más elevada que la actual.
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La protesta político-social se ha reducido y concentrado solo en algunas zonas de Puno, pero Boluarte tiene –como el Congreso– un rechazo alto en todo el país. Por ello, a la primera crisis política importante –como las que tiene todo gobierno–, la capacidad de resistirla será baja. Es imposible prever por dónde vendrá esta –¿una denuncia fuerte de corrupción?–, pero la perspectiva de la economía familiar viene mal: el 2023 será el peor año, desde 2001, con excepción del 2020 de pandemia, para las ventas locales.
La presidenta Boluarte va a necesitar un plan ‘Con Punche Dina’ para darle sostenibilidad al Gobierno, partiendo de la ratificación –en los hechos y no solo en el discurso– de que el adelanto electoral es importante y que se requiere ponerle fecha precisa para reducir la presión social de alrededor del 90% de la población que lo desea.
Junto con ello, es probable que se necesite un reencauche del gabinete ministerial para oxigenar al gobierno.
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Y una buena reacción del sector público ante los desastres por las lluvias de estos días lo ayudaría mucho.
Era obvio que salir de un gobierno calamitoso y destructor de la institucionalidad como el de Castillo no sería sencillo, y lo que se observa ahora es parte de ese proceso. Lo peor de la crisis aún no ha llegado, aunque hoy el Perú –pese a las muertes tan lamentables de estos tres meses–, está mejor que el 7 de diciembre, cuando era gobernado por alguien que solo construía un túnel a ningún sitio. Hoy se ve, al menos a la distancia, una luz de salida de la crisis.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.