Derechos laborales para las trabajadoras sexuales

Contra esta violencia organizada, en los sures y en los sures de los nortes, hay mujeres organizadas que exigen derechos laborales para las trabajadoras sexuales a la par de una transformación en las legislaciones (…).

Es curioso que el Día Internacional por los Derechos de las Trabajadoras Sexuales se conmemore una semana antes que el Día de la Mujer, porque para muchas personas —incluidas mujeres cis— quienes ejercen el trabajo sexual no son mujeres, sino meros objetos huecos y sin razonamiento.

Desde un gran sector del feminismo académico, cualquier acto dentro del marco cliente – trabajadora sexual, es violación. Es decir, niegan la propia agencia de las mujeres, las infantilizan, les dicen que no saben lo que hacen, las señalan alegando que ninguna mujer ‘‘nació’’ para ser prostituta y aseguran que no existe tal cosa como la libre elección dentro del patriarcado.

Pero existe, también, el Kiriarcado (kyryarchy en inglés), un concepto acuñado en 1992 por Elisabeth Schüssler Fiorenza, para describir al conjunto de sistemas sociales interconectados que generan dominación, opresión y sometimiento, como la raza, la clase, la edad, la religión, además del género. Porque en el capitalismo nadie, ni mujeres ni hombres (especialmente racializados y empobrecidos), ‘‘trabaja en las condiciones que hubiera elegido libremente’’, como diría la periodista española Raquel Marcos.

En 2001, en India, uno de los países más peligrosos para las mujeres, 25 mil trabajadoras sexuales se congregaron en un festival en Calcuta para exigir derechos laborales. Fue un 3 de marzo. Casi 26 años antes, aunque en Francia, otro grupo tomó la Iglesia de Saint-Nizier en Lyon, denunciando lo precaria de su situación frente al abuso policial. Como estas, debe haber muchas otras fechas para reivindicar que estas mujeres no solo tienen derechos, sino que son tan humanas y trabajadoras como tú.

Lejos de Asia y Europa, en el Perú, las trabajadoras sexuales también están expuestas al estigma y a la muerte. Son criminalizadas y maltratadas. Cada cierto tiempo asesinan a alguna que se resistió a la extorsión y se negó a pagar cupo. Hace poco, un grupo de mujeres organizadas denunció la presencia de un hombre que las abordaba para amenazarlas de muerte desde una moto. Resultó ser un oficial de la PNP.

Así como desde la Policía, gran parte de la persecución a las trabajadoras sexuales viene del feminismo abolicionista y transexcluyente, y eso es lo trágico. Mujeres que se enuncian feministas, pero que no dudan en acosar, insultar y atacar a quienes no creen en sus discursos moralistas y esencialistas que niegan identidades.

Quienes son abolicionistas y ‘‘críticas del género’’ dan y quitan el carné de feminista con base en teorías obsoletas. Contra esta violencia organizada, en los sures y en los sures de los nortes, hay mujeres organizadas que exigen derechos laborales para las trabajadoras sexuales a la par de una transformación en las legislaciones sobre crímenes de odio, leyes de extranjería, de vivienda, entre otras. Que bueno que el privilegio no les nubló la empatía.

Lucia Solis Reymer

Casa de Brujas

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.