Opinión

¿Mantener la invasión pacífica?, por Mirko Lauer

"La crítica de los gobiernos latinoamericanos a Moscú en la ONU a comienzos del año pasado fue en virtud de un compromiso con la idea de no intervención en los asuntos de otros países, se nos dice. Pero muchos de esos gobiernos ahora practican la intromisión con todos los instrumentos a su alcance, solapados y a rostro descubierto."

Buena parte de América Latina le ha dicho no a la pasada de sombrero de EE. UU. y la Unión Europea a favor de Ucrania. Fue un pedido de armamento vetusto, y en parte ruso, que los ucranianos podrían usar en su esfuerzo contra la invasión. El argumento más repetido ha sido que los países de esta región no desean prolongar esa guerra.

Argumento discutible, pues en este caso lo contrario de prolongar la guerra es propiciar una rápida derrota de Ucrania. Cuando se dice eso la respuesta es que casi todos los países que hoy se niegan a colaborar antes criticaron la invasión rusa en el contexto de la ONU. No había entonces peligro de que Rusia perdiera.

La crítica de los gobiernos latinoamericanos a Moscú en la ONU a comienzos del año pasado fue en virtud de un compromiso con la idea de no intervención en los asuntos de otros países, se nos dice. Pero muchos de esos gobiernos ahora practican la intromisión con todos los instrumentos a su alcance, solapados y a rostro descubierto.

Con algo de ironía, debemos suponer que esos gobiernos no son antiucranianos, sino simplemente prorrusos. Aunque entre la autopercepción de la izquierda presidencial latinoamericana y la conducta tiránica de Vladimir Putin, heredero de una parte del estilo estalinista, hay un abismo. ¿Qué los acerca tanto?

Probablemente los acerca una común tirria a esa parte de la democracia que obliga al gobernante a convocar elecciones limpias y dimitir si las pierde. La democracia liberal solo les ofrece el peligro de perder el puesto. Lo cual no es el evangelio que predican Moscú, La Habana y sus extensiones. Más bien ofrecen fórmulas para atornillarse al poder.

De otra parte hay en la negativa a ayudar a Kiev la no tan velada acusación a Washington y Bruselas de querer prolongar la guerra. Pero fortalecer la mano de Ucrania es acercar a Rusia a la mesa de negociaciones, y en esa medida se podría acortar la guerra. ¿Cuánto duraría, en cambio, una invasión victoriosa de los rusos?

El caso menos sorprendente de resistencia a ayudar a Kiev es el de México, que por su contigüidad con los EEUU viene ayudando a Moscú desde por lo menos los años 40. ¿No?