Por: Augusto Álvarez Rodrich
Las protestas y la conflictividad han generado un costo económico que, más temprano que tarde, tendrá una expresión política para enfrentar la postración que está significando a empresas de todo tamaño —pero mucho más a las pequeñas— y, por supuesto, a los ciudadanos y a sus familias.
El sondeo de Apoyo Consultoría en el SAE de este mes concluye que el 78% de las empresas encuestadas ha sufrido un impacto por las protestas que empezaron tras el golpe del 7 de diciembre.
La conflictividad y la incertidumbre sobre la perspectiva futura han empeorado la confianza empresarial para invertir. El 53% de los ejecutivos espera que sus flujos de inversión se mantengan si se confirma el adelanto de elecciones, pero 36% prevé que caerán: fuerte (6%), ligeramente (30%).
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En conjunto, sin embargo, hay quienes proyectan una caída de 3% de la inversión privada en 2023, sin el inicio de grandes nuevos proyectos.
Las compañías grandes, como las del sondeo SAE, tienen espaldas para mantenerse e, incluso, salir airosas del trance, pero el efecto de la protesta y la conflictividad en las empresas pequeñas del sur como en Cusco o algunas zonas del centro de Lima está siendo demoledor y llevándolas a la quiebra.
Quienes suelen expresarse con más sonoridad y entusiasmo sobre la protesta son sus activistas, pero la mayoría de ellos, como comenta Víctor Hurtado, “siguen dando línea de combate a las masas detrás de la barricada de su computadora”, acaso por contar con fuentes de ingreso regular que no se perjudican por la paralización económica que se agrava con la protesta.
Asimismo, Alonso Cueto recogió en su columna el comentario de un representante de las mypes del sur cuyas actividades están paralizadas por la protesta, al igual que varias del centro de Lima: “Yo no soy de derecha ni de izquierda. Necesito trabajar nomás”.
La crisis económica que está produciendo la protesta también mata gente a través de la destrucción de sus perspectivas, deudas que agobian e ilusiones que se liquidan. Más temprano que tarde, esta protesta dejará de ser tan silenciosa, pues la mala economía también mata gente, dándoles otro matiz a las manifestaciones, con resultados potencialmente muy peligrosos.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.