A fines de los años ochenta, durante los coletazos de la Guerra Fría, dos grandes pensadores sostuvieron un debate intenso sobre prensa y mentira. Desde el liberalismo, Jean-François Revel publicó El conocimiento inútil, y desde la izquierda, Noam Chomsky lanzó Los guardianes de la libertad. Aparecieron el mismo año 1988 y coincidieron en la preocupación sobre la manipulación de la información con propósitos políticos. Más de treinta años después, la polémica está más vigente que nunca.
En una época en la que no existía Internet ni redes sociales ni plataformas digitales, Revel y Chomsky, a pesar de que sus puntos de vista eran opuestos, concordaban en que la mentira aparecía cada vez más empoderada en las noticias. Y que llegaría el momento en el que los lectores no notarían la diferencia entre mentira y verdad.
Detrás de una aparente discusión sobre quién mentía más, si la prensa de derecha o de izquierda, los pensadores advertían que la difusión de la información tergiversada, incompleta o malintencionada, haría que los lectores no creyeran en la prensa. Es lo que sucede hoy en día. No solo hay lectores que no confían en la prensa. También la odian.
Cuando Revel escribió que “la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”, y Chomsky se refirió a que la prensa actuaba según un “modelo de propaganda” de mentiras, donde había “buenos” y “malos”, “víctimas dignas” y “víctimas indignas”; describían formas de cobertura noticiosa que no han sido superadas y se han normalizado. Esta situación queda en evidencia en contextos de conflicto.
Como consecuencia del frustrado golpe de Pedro Castillo, han estallado violentas manifestaciones de sus seguidores de izquierda contra la prensa a la que acusan de “mermelera”, es decir, de recibir dinero a cambio de mentir. Curiosamente, fueron los políticos de derecha los que endilgaron el mote de “mermeleros” a los medios que investigaban los actos de corrupción de sus líderes. El odio hacia la prensa es de izquierda y de derecha.
Los que vivimos en situaciones de conflicto —como en esa época en la que unos nos llamaban “agentes del gobierno represor”, y otros nos tildaban de “simpatizantes del terrorismo”—, aprendimos algo. Publicar información verificada, contrastada con los protagonistas y darles seguimiento a los hechos es la mejor defensa ante los odiadores de la prensa de cualquier origen.
En algo que también concordaban Revel y Chomsky es en que la mentira, sea de izquierda o de derecha, puede causar muertes. En una situación de conflicto cualquier mentira podría incrementar la violencia y resultar fatal. Revel y Chomsky eran irreconciliables, pero estaban de acuerdo en que la mentira en la prensa mata.
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