Un proyecto con trampa, por Mirko Lauer

“Una ley que relativiza, debilita y finalmente echa al tacho el trabajo de los fiscales, para que todos los investigados y acusados del país puedan dormir tranquilos. Una suerte de lavadora para funcionarios públicos pescados en incorrecciones de diverso grado”.

Es natural que la prensa se fije sobre todo en la parte que le afecta en el proyecto de ley sobre fiscales e información reservada que hace cola en el Congreso. Para los medios y los periodistas el peligro es real. Pero esta iniciativa del Ejecutivo tiene una pestilencia adicional, y paralela: puede volverse un argumento para liquidar los procesos de investigación, con muerte súbita.

Como cualquiera puede filtrar la información a la que tiene acceso, son los procesos de investigación los que están en peligro. El proyecto ladinamente evita decirlo, pero está implícito que toda filtración será considerada proveniente de la Fiscalía. Así, los propios acusados se dedicarán a la filtración para destruir sus propios procesos.

Se abren temas insólitos, en un proyecto que se mueve entre la maña y cierta tontería. ¿Será el Ministerio Público el que acuse a sus fiscales acusados de filtrar? ¿Todas las acusaciones de filtrar van a pesar igual, vengan de donde vengan? Algunos especialistas empiezan a convencerse de que el texto ha sido concebido para la distracción.

No vaya a ser que los redactores del Ejecutivo y sus socios del Congreso hayan previsto salvar los fueros de los medios cuando se discuta el proyecto, y más bien hacer prosperar el resto de su contenido, el que parece responder a la verdadera intención. Se estaría creando así una situación de tipo acusación imposible.

Si ese es el propósito del proyecto, debemos reconocer que es ambicioso. Una ley que relativiza, debilita y finalmente echa al tacho el trabajo de los fiscales, para que todos los investigados y acusados del país puedan dormir tranquilos. Una suerte de lavadora para funcionarios públicos pescados en incorrecciones de diverso grado.

Es el sueño de una noche de helicópteros chotanos. Los fiscales impedidos de avanzar con su trabajo por obra de los investigados. Los ronderos secuestradores y su complaciente alcalde dictándole la verdad a los medios nacionales. Los acusados pueden acusar. El presidente despachándose con frases mal hilvanadas en las que ni él mismo cree.

El texto mal hilvanado por Aníbal Torres, y los indispensables asesores es otra forma de poner a prueba si Castillo ya puede respirar tranquilo en el Congreso. Lo mejor sería no perder más tiempo con el asunto, y mandar el proyecto directamente al archivo.