Libertad de expresión en malos tiempos
Que suelen ser propicios para el mejor periodismo.
Este es el peor momento para la libertad de expresión en el Perú de las últimas dos décadas por la coincidencia de un gobierno y un congreso que sienten que deben destruir al periodismo para conseguir sus objetivos.
Desde el fujimorismo que mellaba la libertad de expresión obteniendo ‘buena prensa’ mediante la compra de los propietarios de medios, no había una hostilidad así al periodismo.
La elección entre Castillo y Keiko Fujimori fue la peor segunda vuelta imaginable para muchas cosas, y también para la libertad de expresión.
Por un lado, un fujimorismo para el que la prensa libre es kriptonita para Supermán o luz del día para Drácula. Su ADN tiene vocación por su demolición.
Por el otro, una agrupación marxista-leninista de Vladimir Cerrón que tiene como planteamiento escrito en su ideario-programa que “no aboga por la libertad de prensa, sino por la prensa comprometida con la educación y la cohesión del pueblo”, visión que Castillo no se ha cansado de compartir como candidato y como presidente.
Pedro Castillo no entiende el papel del periodismo libre en una democracia, aunque también es evidente que, en medio de su profunda confusión intelectual, no comprende ni cómo funciona este sistema político, y solo cree que se trata de repetir ‘pueblo’ la mayor cantidad de veces que pueda.
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Eso se refleja en su evasión al periodismo –acrecentada por el papelón que protagonizó en sus primeras entrevistas–; la agresión física a la prensa mediante la disposición de policías para alejar con violencia a los reporteros; o él mismo con insultos que reflejan que divide a los periodistas entre los que ya compró y los que aún está por comprar; y el establecimiento de un muy bien montado –muy probablemente con recursos públicos, ¿no es cierto, premier Aníbal Torres?– ejército de troles para la demolición de críticos en las redes.
Lo mismo piensa y hace, con los recursos que puede, la oposición política, incluyendo la promoción de leyes en el congreso para mellar a la libertad de expresión, como ocurre en el proyecto de recorte de la colaboración eficaz.
Solo queda resistir el embate recordando que los malos tiempos para la libertad de expresión suelen ser los más propicios para el mejor periodismo.
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