Castillo con Torres opta por el suicidio

Lo malo: habrá más caos. Lo bueno: esto se acaba pronto.

Este espacio dijo ayer que el cuarto gabinete era la última bala que le quedaba a Pedro Castillo, y en vez de dar al bull, disparó a la sien de su presidencia, cometiendo suicidio político.

La designación de Aníbal Torres como premier del cuarto gabinete es un gravísimo error de Castillo que ratifica su invicta vocación por el fracaso y que acelerará el final de su presidencia.

Expresión inequívoca de lo grave de este nuevo error de Castillo es la decisión de Hernando Cevallos, el único ministro de los tres gabinetes previos que tenía logros claros por exhibir –en la vacunación–, de dejar este manicomio.

Esto es consecuencia de la conformación del cuarto gabinete en medio año que significa más de lo mismo de los tres previos, pero claramente peor, debido a la inclusión de ministros –con quizá un par de excepciones– sin las capacidades básicas para una gestión eficiente y decente, únicamente por una vinculación partidaria –donde destaca la mano cerronista– o del paisano.

Y, también, por la permanencia de otros ministros que están claramente en contra de reformas básicas por la reposición de prebendas gremiales, como Juan Silva en transporte público.

O que han tenido una actuación penosa dedicada al enjuague de las cuchipandas de corrupción de Castillo, y a la amenaza directa y abierta de los principios de una democracia, como es el caso de Aníbal Torres, quien ahora pasará al frente del consejo de ministros como expresión inequívoca de la apuesta del presidente por esa ruta.

Locuaz, alocado y desbocado, Torres funge de constitucionalista, aunque en el desempeño del ministerio de justicia ha demostrado ser un tinterillo del jirón Azángaro, con tergiversaciones alambicadas para destruir la democracia y derechos fundamentales como la libertad de expresión.

Destituyó indebidamente al procurador general para darle impunidad a Castillo, y a la jefa del INPE para liberar a Antauro Humala. No le interesa la violencia contra la mujer, quiere destruir la inversión privada y establecer pena de cárcel para menores de 14 años.

Lo malo de la apuesta de Castillo por Torres es que traerá más caos al país perjudicando el progreso. Lo bueno es que, por sus propios desatinos, este gobierno, ahora sí, se acaba pronto.

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