En América Latina, el populismo suele estar más vinculado a movimientos de izquierda que de derecha. Esta “ideología ligera” es entendida, por algunos investigadores, como una lógica discursiva que plantea, de manera maniquea, la existencia de un enfrentamiento entre grupos de poder y un pueblo idealizado. Se considera que, en nuestra región, el populismo de izquierda tiene un discurso inclusivo, esto es, busca que el sistema incluya las demandas postergadas de la ciudadanía. La frase de campaña de Pedro Castillo, “no más pobres en un país rico”, así como la muletilla que usó cada vez que se le pedía definir algo (“lo que el pueblo decida”), describen esta postura. No es una mirada antisistema, plantea que “el pueblo” tenga protagonismo en las decisiones y que sea incluido en la distribución de los beneficios.
Todos los estudios, elaborados en diversas regiones, indican que el populismo no se mueve ni vive solo. Esta lógica discursiva se va asociando a posturas más elaboradas en lo ideológico (socialismo, capitalismo, etc.). Va configurando diversos movimientos o partidos, así como convocando voluntades variopintas en el público. No hay un populismo, hay populismos, y todos suelen ser iliberales.
El populismo de derecha, más asociado a Europa o Estados Unidos, también está presente en estos lares. No es novedad porque Alberto Fujimori llegó al poder en el noventa hablando de la “partidocracia” y Menem o Collor de Mello siempre son ubicados como neopopulistas para describir esta combinación de actitud crítica hacia el establishment político y defensa de un modelo económico liberal. Pero hoy el populismo de derecha que ha vuelto lo hace de la mano del conservadurismo social.
Tenemos al belicoso Bolsonaro y familia en Brasil o a Fabricio Alvarado en Costa Rica, para dar algunos nombres que representan el populismo de derecha en la región. En Perú, quien se ubica en esta postura es López Aliaga y su partido Renovación Popular. Eso permite recordar que el significado de élite o grupos de poder y pueblo varía según las circunstancias. En el caso del populismo de derecha, los odiados grupos de poder en el ámbito internacional son la Unión Europea, las ONG, la OEA, la CIDH, el foro de Sao Paulo, entre otros. A nivel local, todo aquello que sea etiquetado como comunista, aunque eso incluya a Vizcarra, Sagasti, el Partido Morado y otras agrupaciones alejadas de esas posturas. En su estructura discursiva, todo populismo puede incluir la oposición entre grupos de poder y pueblo, pero en el populismo de izquierda se da más un discurso pueblo céntrico, donde es la demanda del excluido lo central. En el discurso del populismo de derecha, prima el componente anti grupos amenazantes. Da para mayor análisis entender la relación entre esta postura anti grupos de poder y el racismo que también caracteriza estas posiciones. Los miedos y las rabias tienen ahí un juego que vale la pena explorar.
Señalar esto es importante porque en la primera vuelta ya se hizo presente un populismo de derecha y en la segunda se muestra con mayor énfasis. Ya se instaló y seguirá su recorrido. Aparecen, incluso, banderas conservadoras con la Cruz de Borgoña y la “Sociedad de Patriotas del Perú”. No todos quienes hablan de fraude sin pruebas sólidas son populistas de derecha, pero cuando se pasa de la protesta y del reclamo legal a posiciones como las de Montoya o la de los militares retirados, hay que preocuparse. Más aún cuando personas sin militancia alguna dicen que apoyarían una dictadura militar para salvar la democracia. Eso muestra que no todos entendemos la democracia de la misma manera. Renato Cisneros, en un artículo reciente, recordaba a su padre diciendo algo así como que “las dictaduras militares son culpa de las malas democracias”. Añadiría, los populismos también. Lo que nos toca es revisar y mejorar la democracia que tenemos, en democracia.
AME8645. LIMA (PERÚ), 26/06/2021.- Seguidores de Keiko Fujimori participan en una manifestación hoy, en Lima (Perú). Por segunda semana consecutiva dos marchas paralelas exhiben la profunda división del Perú entre quienes denuncian, sin pruebas, que hubo "fraude" en las elecciones del pasado día 6 y los que ven un "golpe de Estado" en las maniobras de la candidata Keiko Fujimori para revertir sus resultados. EFE/ Gian Masko
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