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“Las víctimas ya no tenemos miedo”

“... Se atrevió a chapar el guante: ‘No tienen idea del poder de la maquinaria del lavado de cerebro de una organización como Sodalitium. Es como enfrentarse a un tanque’”.

La frase es del artista y escritor Martín López de Romaña. La lanzó durante la presentación virtual del libro Sepulcros blanqueados del psicólogo y también escritor Gonzalo Cano Roncagliolo. Los dos fueron, alguna vez, miembros del Sodalitium Christianae Vitae (SCV), o Sodalicio. En el panel, que se propaló en la plataforma de La Mula, también participaron el periodista Raúl Tola, el comunicador chileno Juan Carlos Cruz y la periodista Paola Ugaz.

Debo confesar que hacía tiempo no me conmovía tanto presenciando el lanzamiento de una publicación. “Este libro (inspirado en el SCV) es también una venganza (…) (Por fin) he encontrado la manera de pelear por la causa”, expresó Cano. Y animó a que otros, como él y López de Romaña, se animen a hablar. El Sodalitium lo que hace es dar una narrativa a sus militantes, o algo así, dijo luego desde su perspectiva profesional en la que describió a esta organización religiosa como una deriva sectaria.

Por su parte, Juan Carlos Cruz, víctima del sacerdote pederasta Fernando Karadima, y coincidiendo con lo que decía Cano, anotó: “Es como si hubiera un manual”. Y más adelante soltó una suerte de arenga: “Hay que poner luz donde el Sodalicio quiere oscuridad (…) El Sodalicio no nos puede poner más el pie en el cuello. No hay que callarse nunca”.

Finalmente, Raúl Tola, quien habló sobre el proceso sanador de la escritura, comentó un par de anécdotas que enriquecieron la discusión, pues eran desde la óptica de quien ve a la institución engendrada por Luis Fernando Figari, desde fuera. “Me sorprende que haya mucha gente que defienda al Sodalicio. El Sodalicio es una secta”.

Pero fue una pregunta de Paola Ugaz la que me tocó -además del testimonio corajudo de Cruz-: “¿Por qué seguías ahí? ¿Por qué no te ibas? ¿Qué te retenía?”. Esa interrogación la he escuchado tantas veces, y, la verdad, pocas veces creo haberla respondido con precisión.

Fue Martín López de Romaña quien se atrevió a chapar el guante. “No tienen idea del poder de la maquinaria del lavado de cerebro de una organización como el Sodalitium. Es como enfrentarte a un tanque”.

Y es así. En asociaciones sectarias, como el Sodalitium, que se infiltran en la iglesia católica para revestirse de legitimidad, una vez que muerdes el anzuelo y eres reclutado, haciéndote sentir especial en plena adolescencia, comienza el trabajo de formateo mental, de reseteo, cuyo propósito es anular tu pensamiento, tu espíritu de independencia, para controlarte y manipularte, ejerciendo coerción sobre tu intimidad.

Este fenómeno sigue siendo invisible para muchos, lamentablemente. Pero está ahí. La inefable existencia del Sodalicio de Figari, pese a todo lo que se conoce, es una fehaciente muestra de ello.

Pedro Salinas

El ojo de mordor

Periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y tv. Es autor de una decena de libros, entre los que destaca Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), en coautoría con Paola Ugaz. Columna semanal en La República, y una videocolumna diaria en el portal La Mula.