Debe ponderarse la decisión del Congreso de la República de no proceder a una injustificada censura al ministro de Educación, Martín Benavides. De haber ocurrido sin ton ni son, habría significado el ingreso a una espiral de conflictividad que auguraba una crisis política de envergadura, capaz de hacer saltar por los aires cualquier pronóstico para las elecciones del próximo año.
La tormenta sería perfecta. Ya tenemos una crisis económica, social y sanitaria en curso. Si a aquellas se le sumaba una crisis política, sería imprevisible el resultado de los próximos comicios, ya de por sí signados por la indefinición, dado el alto grado de deterioro de las agrupaciones políticas y la situación de crisis por la que transitamos.
Lo sanitario anda sin norte ni estrategia. Ya queda sobradamente demostrado que el gobierno no tiene la capacidad o la voluntad de contenerla y diluirla, sino tan solo de paliar como pueda su indetenible marcha. Sin rastreo, seguimiento ni cuarentenas hiperfocalizadas no hay manera de resolver la pandemia. Solo queda esperar a que la vacuna llegue lo antes posible o que alcancemos la inmunidad de rebaño.
En materia económica, el desastre es mayúsculo. No solo afrontaremos una caída del crecimiento económico por encima del 15% este año sino que habremos precarizado lo que era nuestra gran fortaleza, la posición fiscal, a punta de gasto público y endeudamiento. Y ello sucede mientras desde Palacio se insiste en desatender el concurso del sector privado y de no comprender que la única manera de superar la recesión va a ser gracias a la restauración de flujos masivos de inversión capitalista.
Las calles y plazas están solitarias por las restricciones existentes, pero las tensiones y los conflictos en todo el país no se detienen. Suelen acrecentarse en años electorales como el que nos toca y ya las estadísticas lo confirman. Según cifras elaboradas por Apoyo Consultoría, entre marzo y junio del año pasado hubo, en el sector minero y energético, 41 conflictos. En el mismo periodo de este año, a pesar de las cuarentenas iniciales, la cifra sube a 51, un incremento del 25%.
Los partidos dominantes en el Congreso deben darse cuenta de que si a alguien conviene que se descalabre políticamente el país, no es a ellos. Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú, Morados y el propio Fuerza Popular tendrán mejor desempeño el 2021 si el ambiente político se normaliza de algún modo. El escenario de una conflagración política solo le dará créditos a disruptivos o radicales. La gran entente de partidos de la centroderecha que hay en el Congreso no puede ser tonto útil de quienes quieren incendiar la pradera para llegar en mejor pie en las elecciones entrantes.
Ya el Ejecutivo parece haber arriado la discordia. La salida del asesor Max Aguiar de Palacio (el publicista argentino era el gran estratega de la confrontación) apuntaría a una perspectiva más dialogante. Toca ahora al Congreso ponerse a la altura de las circunstancias.
-La del estribo: engalana mi biblioteca la colección completa de Hueso Húmero, la revista que fundaran en 1979 Mirko Lauer y Abelardo Oquendo, a quien, luego de su lamentable partida, ha reemplazado en la codirección Mario Montalbetti, hasta entonces miembro del Consejo Editorial. El último número, el 72, mantiene en alto la impronta de ser una revista imprescindible para entender el pensamiento crítico y la vida cultural contemporáneos. Otra gran noticia: el repositorio de la Biblioteca de la UNMSM ha publicado la versión íntegra de todos los números en versión digital
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