El agujero negro
La caída del precio del petróleo.

La inédita caída del precio del petróleo es un resultado propio de la pandemia y, al mismo tiempo, de otros fenómenos alrededor del precio más politizado del mercado mundial. Al cotizarse por primera vez en negativo el crudo EEUU o West Texas Intermediate (WTI), se cierra un ciclo donde el petróleo podía quedar relativamente al margen de las grandes externalidades debido a un manejo corporativo o individual de los países productores, a veces, inclusive, inclementes con las economías dependientes del petróleo.
Es cierto que el principal desencadenante del derrumbe del precio ha sido la demanda. Con casi todo el planeta en cuarentena o aislamiento, las empresas y las personas han reducido drásticamente el uso de combustibles. Es igualmente cierto que, hasta bien iniciada la propagación del virus, los países productores seguían manteniendo sus guerras petroleras hasta que, a fines de marzo, Arabia Saudita y Rusia llegaron a un acuerdo de recortar su producción. Pero fue muy tarde. Se pueden listar, entre las razones, otras como la política de Trump de incentivar la producción de fracking y su estrategia de controlar los precios estimulando el almacenamiento masivo, de modo que la crisis es de exceso de oferta y escasez de almacenamiento.
La crisis del precio del petróleo es un indicador a la reactivación de la economía mundial; la caída de los precios futuros indica la falta de confianza de los actores económicos sobre la rapidez de la reacción a la pandemia, y a ello se debe su efecto en las principales bolsas. Su potencial dañino no se reducirá a los grandes países productores de crudo, sino que avanzará hacia los países dependientes del petróleo, especialmente de aquellos que iniciaban un tímido despegue luego de cinco semanas de economías cerradas, porque alterará el tipo de cambio y un mayor quiebre de contratos y transacciones, además de provocar la incertidumbre del mismo precio petrolero.
Estos efectos negativos alcanzarán también a países como el Perú, de baja producción de crudo pero decisivo para la economía, porque el bajo consumo obligará a disminuir las operaciones o detenerlas. El país producía al año pasado un promedio de 60 mil barriles por día, que implicó US$ 773 millones de regalías y US$ 500 millones de canon para Loreto, Ucayali, Piura, Tumbes, Huánuco y Cusco, lo que ahora se encuentra en riesgo. Por esta razón es conveniente que se atiendan las propuestas, entre ellas la de Perupetro, sobre medidas urgentes para evitar la paralización de la producción y aportes a las regiones.



