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Eddy Morales: ‘El paisa’ que estudió Ingeniería Civil, pero llegó al éxito con El Rico Piura

El piurano conocido como ‘El paisa’ entre los comensales ha construido una historia de éxito en Lima. ¿Cómo su ingenio le ha ayudado a obtener fidelidad?

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El restaurante de Eddy Morales, El Rico Piura, cumplirá ocho años en octubre. Foto: Fernanda Quispe/La República

“Las manos no me pesan”. Antes de ser el propietario de la cevichería El Rico Piura (Santa Clara, Ate, Lima), Eddy Morales fue en Hualcas, Salitral, en La ciudad del Eterno Calor —su cuna—, un vendedor infantil de caramelos, pan, caballas, pollo y bodoques, y un obrero esporádico en el trasplante de arroz. “Se nos volaban las uñas porque plantábamos y, a veces, el grano era duro”, cuenta. Fue también, después de que se mudara a la capital —en diciembre de 2009—, un estudiante de Ingeniería Civil que en simultáneo laboró en construcción: “Me levantaba a las 5.00 a. m. para ir a la Av. Ejército, en Miraflores. Ahí trabajaba en una obra”.

—¿Lograste terminar la carrera?

—No la terminé porque me faltó dinero. ¿Cómo era? Mi sueño era ser ingeniero civil y tener mi restaurante, una cevichería, porque a nosotros, los piuranos, nos gusta comer. Y, entonces, dije: “Cuando sea ingeniero, voy a atender en mi restaurante los sábados al mediodía o a la 1.00 p. m. y, el domingo, voy a la cevichería a disfrutar”.

Sin embargo, los sábados, junto a su primo Yoldy Ollaguez, empezó a visitar a Evelyn Ortega, una química farmacéutica cuya botica era el punto de compra de Te apuesto: “Me casé a los 24 años. Ella me apoyó y, con ella, se hizo el negocio”.

—¿Tu esposa dejó de trabajar en la farmacia cuando se sumó al negocio?

—Sí, dijo: “Vamos por el restaurante”. Yo siempre la animé, aunque ya llegó un momento en el que ella quiso tirar la toalla y yo me quedé ahí, un poquito, hasta que seguimos incursionando en la gastronomía.

Fue en octubre de 2015 que ambos encontraron la primera locación para El señor ceviche, nombre inaugural del ahora El Rico Piura, en El Agustino. “En 2016, un año teníamos y no pasaba nada. Ya preocupados por perder tanto tiempo (…) Pero pierdes para llegar ahí”. Habían perdido también el temor a la reforma: se trasladaron a Ate con la empresa rebautizada como El paisa.

“De ahí, nos fuimos y buscamos otro local más. Andábamos como ‘saltapalo’, como dicen en el norte (…). Un 26 de febrero (2017), me acuerdo de que nos cambiamos y nos cayó el huaico, y también nos vimos perjudicados. El dueño decía: ‘Si no tienen para pagar, ya váyanse. ¿Qué hacen acá? Busquen trabajo’”.

La alternativa para Eddy fue regresar a la construcción, esta vez a Punta Hermosa: “Ahí era otra historia, porque yo tenía que irme a las 4.00 a. m. para estar a las 6.00 a. m., pero una semana nomás duré porque me sacaron del trabajo”. Con los 600 soles de paga, adquirió insumos de cocina e insistió con su propósito.

—¿Y con esa nueva compra empezó El Rico Piura?

—Sí, empezamos ahí (…). Nosotros teníamos solamente diez mesitas. Una familia grande juntaba las diez y el exlocal se veía vacío. De ahí, íbamos prestando dinero, íbamos comprando tres mesitas y alargando. Después, las redes comenzaron a hacerse conocidas. Yo también trabajé duro en redes, en Facebook e Instagram. TikTok no existía.

—Has construido tu negocio desde cero y ahora, después de tantos traslados, cuentas con un espacio oportuno. ¿Cuál crees que es tu fórmula de éxito?

—Yo creo que esto se debe a la humildad de uno. Yo siempre, a donde voy, soy muy carismático, me gusta jugar con los clientes, bromeo, tomamos fotos, pero también reniego. Soy un ser humano y, en cualquier momento de la vida, me puedo equivocar. También reniego, lloro, sufro...

—¿Y qué te hace sufrir?

—No tener un hijo. Los años van pasando y eso también es algo que me pone triste.

—¿Cómo respondes a las críticas de aquellos que reprueban que tu ayuda social sea frente a cámaras?

—Yo lo hago porque es parte de la empresa. Yo, fuera del personaje, ayudo bastante y nunca lo grabo, pero esto es parte del negocio, sale de ahí. Como dicen: “Del cuero sale la correa”, y entonces, también para que la gente vea. Yo digo que no es necesario ser millonario para compartir.

—¿Qué obras haces fuera de tu personaje?

—Por ejemplo, veo familias, las apoyo económicamente o les llevo cositas, mayormente.

—¿Tienes otros planes de negocio?

—Sí, tenemos más negocios en los que estamos pensando, pero estamos analizándolo mucho. Por ahora, está la cevichería.

—Cuéntame sobre el proyecto de Jesús María.

—Es un terreno adquirido que todavía está cercado con lata. El proyecto todavía no se construye y queremos que sea lo más simple que se pueda para empezar a funcionar. Queremos hacerlo rústico y, posiblemente, en agosto del año que viene (…) Como ahora el negocio ha bajado un poco, nos frena.

Habla en plural porque, además de su esposa y del personal de cocina y de atención al cliente, ‘los bebés’ contribuyen al espíritu veraniego de El Rico Piura. Manolito, Kiwi, Pompinchú, Sarita y Andrés, alias ‘el Colombiano’, retan la paciencia y las carcajadas de Eddy.

—¿Cómo decidiste trabajar con ‘los bebés’?

—Como ellos son de baja estatura, a veces no los aprecian. Los miran mal o ellos también se sienten mal. Entonces dije: “Voy a chambear con ellos”. Por ejemplo, Manolito me dice: “Amigo”, Sarita, Pompin... Hasta me aconseja Pompin. Y ahora estoy feliz porque él ha entrado nuevamente a la televisión.

—¿Cómo conociste a Pompinchú?

—A Pompin lo vi en la televisión (…). Me acuerdo de que lo llevé a la cevichería una vez para que grabe. Me hizo un videito y ahí quedó. Y después, para Navidad, fui a buscarlo y le hice un presente. Desde ahí, se hizo mi amigo hasta el día de hoy (…). Ahora, me han puesto ‘Blancanieves’ (Risas). Con los muchachos, nos ayudamos: somos virales, se puede decir. Subimos algo y se vuelve viral.

Eddy Morales y ‘los bebés’ divierten a los seguidores con retos y paseos limeños. Foto: Facebook

Virales son, además, las fotos de los ‘paisitas’ que acuden a este punto culinario para saborear el norte y superar la añoranza que desata la migración. Eddy Morales logra así, con sombrero puesto, crear una comunidad. “No solamente de una carrera se puede vivir. Eso es ingenio, esa es la habilidad, porque siempre he dicho: ‘La habilidad le gana a la inteligencia’. También, le agradezco a Dios”, resume.

—¿Eres devoto?

—Devoto no. Creo que la bendición viene por medio de mis papás, que son cristianos (…). Yo le digo a mi papá: “Ya llegará el momento en el que voy a serlo, por ahora todavía déjame pecar”.

Wilfredo Morales y Rosa Huamán; no obstante, borraron cualquier indicio de mezquindad desde que Eddy estudiaba la primaria en la I. E. 14587 Hualcas. “Yo agradezco a mi papá y a mi mamá que, desde niño, me enseñaron a compartir un plátano o una manzana con algún amiguito que nos miraba”, una lección para él y para sus siete hermanos.

—Desde 2015 estás concentrado en tu negocio. ¿Cómo son tus ratos de recreo?

—Mucho de lo que me distrae son las redes sociales (…). A veces voy a bailar con Agua Marina o Armonía 10.

Entonces, al ritmo de “La Primerísima”, Eddy Morales ha entonado más de una vez en la capital: “¡Ay! A mi pueblito me voy, a mi pueblito me voy. ¡Qué alegría me da!”.