Que algunos parlamentarios aseguren que el Congreso puede declararse en rebeldía frente a una sentencia del Tribunal Constitucional (TC) –como ha ocurrido en el caso de la llamada «Ley antitránsfugas»– demuestra una suma de ignorancia, incoherencia, hipocresía y temor. Ignorancia, porque cualquiera debería saber lo que esta semana se han visto obligados a repetir numerosos especialistas: que, desde el momento de su publicación en el diario oficial El Peruano, las sentencias del órgano supremo de interpretación y control de la constitucionalidad son vinculantes para todos, sin excepción. O como dijo el propio TC en un comunicado que se vio obligado a publicar: «En el Estado Constitucional no existe órgano, entidad o persona, pública o privada, que esté exenta del control constitucional. Por tanto, los pronunciamientos emitidos por el Tribunal Constitucional son de obligatorio cumplimiento». Incoherencia, viniendo de aquellos cuyas funciones primordiales son debatir y aprobar las leyes, y velar por el respeto a estas y a la Constitución. ¿No deberían dar el ejemplo, y ser los primeros a la hora de cumplir y respetar la ley? Según el Tribunal Constitucional, la aprobación de la «Ley antitránsfuga» ya fue un error. ¿Qué reacción debería tenerse frente a la sentencia que lo corrige? ¿No deberían estar prestos a enmendarlo, en lugar de agravarlo? Se critica por absurda la posición de los maestros públicos, que siendo los responsables de evaluar a los niños no quieren ser evaluados. ¿No es todavía peor que quien fabrica las leyes no quiera cumplirlas y llame al TC «tribunal de pacotilla»? Hipocresía, porque es obvio que las críticas no se hacen desde la defensa de los fueros y la independencia del Parlamento, sino desde el temor a una recomposición de su mapa, con una eventual desbandada en los grupos más divididos, cuya principal consecuencia sería la desaparición de la fuerza de oposición que monopoliza la mayoría de curules. Porque no puede decirse que el TC «suplanta al parlamento», cuando la declaración de inconstitucionalidad se origina por una demanda que plantearon 41 congresistas. Porque siempre existirán razones atendibles, sensatas y honestas para alejarse de una agrupación, y esta decisión no debería conducir al ostracismo de quien la toma. Temor, porque quienes usaron y abusaron del poder de su mayoría, obstruyendo al gobierno con censuras, llamadas telefónicas, denegándole al Presidente el permiso para viajar fuera del Perú, pactando con el Movadef la continuidad de la huelga magisterial (mientras el gobierno buscaba –con torpeza– su solución), o mangonearon a sus partidarios, llegándolos a humillar y maltratar cuando mostraron el menor cuestionamiento o disidencia, ahora verán el resultado de sus actos. Porque es difícil que sepan mantener con inteligencia y persuasión lo que construyeron a punta de prepotencia, cálculo y deseo de venganza.