Expresidente Constitucional del Perú
Queridos compatriotas:
Mañana se cumplen cinco años desde que, el 17 de noviembre de 2020, asumí la Presidencia de la República. Lo hice en uno de los peores momentos imaginables para nuestro país. Tuvimos tres mandatarios en una semana: uno fue vacado y, como no tenía vicepresidente, el titular del Congreso se convirtió en Presidente de la República por sucesión constitucional. Sin embargo, una amplia ola de protestas hizo que renunciara seis días después al mismo tiempo que la mesa directiva del Congreso, con lo que nos quedamos sin nuestras máximas autoridades en el gobierno y el parlamento. Tras un fallido intento de elegir a un nuevo presidente del Congreso, una renuente mayoría de congresistas —muchos de ellos mis opositores— me eligió para el cargo y, en consecuencia, presidente de la República conforme a la Constitución Política del Perú.
En ese momento, la pandemia de la COVID-19 campeaba incontenible. El Perú tenía una de las tasas de mortalidad más altas del mundo, no se habían concretado ningún contrato para comprar vacunas, nuestro sistema de salud había colapsado, había una aguda escasez de oxígeno medicinal y de unidades de cuidados intensivos. Experimentamos la peor caída de nuestra economía en decenios, y protestas sociales en el Sur y en el Norte del país. Además, en un ambiente político polarizado y tóxico, las elecciones generales estaban programadas para cinco meses después de la inauguración de nuestro gobierno.
El Gobierno de Transición y Emergencia que tuve el honor de presidir adoptó un estilo de liderazgo político orientado hacia restaurar la confianza en el Gobierno y recuperar la esperanza en el futuro. Empoderamos a los actores políticos, empresariales, sociales, académicos y religiosos; promovimos la colaboración y el trabajo en equipo. Viajamos a todas las regiones de nuestro país para coordinar con sus autoridades, convocamos a los gobernadores regionales y nos reunimos con los alcaldes provinciales y distritales. Abrimos las puertas de Palacio de Gobierno a todos los partidos políticos, gremios empresariales, medios de comunicación y organizaciones sindicales. Dijimos siempre las cosas como eran y no como nos hubiera gustado que fueran. No prometimos lo que no podíamos cumplir y cumplimos lo que prometimos.
En menos de seis meses, aseguramos 78 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19; diseñamos y pusimos en práctica un proceso de vacunación equitativo y gratis para toda la población; aumentamos la oferta de oxígeno medicinal siete veces y triplicamos el número de unidades de cuidados intensivos; sinceramos las cifras de fallecidos por la pandemia. Hicimos todo esto superando desconfianzas y organizando iniciativas conjuntas entre el Gobierno, el sector privado, la sociedad civil, las instituciones académicas y las iglesias. Nuestro objetivo fue salvar vidas y lo logramos.
Tuvimos elecciones libres, justas e imparciales, respetamos estrictamente la autonomía de las instituciones electorales, recibimos a trece misiones internacionales de observación electoral, todas las cuales certificaron que, pese a críticas infundadas, el resultado de las elecciones expresó fielmente la voluntad ciudadana.
Mantuvimos la estabilidad económica, recuperamos el crecimiento y, a pesar de las restricciones de la pandemia, al término de nuestro gobierno la ejecución de la inversión pública —más de S/17,000 millones— marcó un récord de 20 años. Mantuvimos y ampliamos los programas de apoyo social —bono 600, Juntos, Contigo, Bono Electricidad, Pensión 65, entre otros. A través de las iniciativas “Trabaja Perú” y “Recuperemos el Empleo Formal” ayudamos a más de 400,00 trabajadores durante la pandemia. Hicimos todo esto dejando las cuentas fiscales en orden.
Avanzamos en la protección del medio ambiente creando y financiando áreas protegidas, tales como la Reserva Nacional Dorsal de Nasca y el Parque Nacional Cordillera Azul. Aprobamos políticas públicas de desarrollo urbano, y medidas para facilitar la educación a distancia. Concretamos financiamiento internacional por más de $400 millones de dólares para ciencia, tecnología e innovación.
Enfrentamos las protestas sociales respetando los derechos humanos y garantizando la tranquilidad ciudadana y el libre tránsito en todo el territorio nacional. Cuando dos efectivos policiales incumplieron órdenes expresas de no emplear armas de fuego durante las protestas en el Norte del país y causaron tres fatalidades, fueron suspendidos inmediatamente de sus cargos, iniciamos las investigaciones del caso y los pusimos a disposición de las autoridades judiciales que luego de procesarlos emitieron sentencias condenatorias.
Completamos el trabajo de la Comisión de Reforma del Sistema Judicial y actualizamos el Plan de Modernización y Fortalecimiento de la Policía Nacional del Perú, dejando propuestas concretas que, de haberse puesto en práctica, hubieran mejorado significativamente la seguridad ciudadana. Convocamos una docena de reuniones del Consejo de Estado asegurando una coordinación eficaz de las instituciones públicas, respetando al mismo tiempo la autonomía de los distintos poderes del Estado. Fortalecimos la democracia escuchando y dialogando con la ciudadanía, gestionamos el Estado con transparencia e integridad. Todo esto está detallado en nuestro Informe de Gestión preparado por la Presidencia del Consejo de Ministros.
Me han preguntado muchas veces que fue lo más importante que hicimos en el Gobierno de Transición y Emergencia. Estoy convencido que fue demostrar que es posible gobernar nuestro país democráticamente, con honestidad y eficacia, teniendo siempre en mente el bien común y el bienestar de toda la población, sin distinciones ni privilegios indebidos. Lo hicimos gracias a la colaboración de ministros, asesores y funcionarios públicos, y sobre todo al amplio apoyo que recibimos de todos ustedes, queridos compatriotas. Iniciamos nuestro gobierno, con alrededor del 30 % de aprobación ciudadana, y lo terminamos el 28 de julio de 2021, en el Bicentenario de nuestra independencia, con casi el 60 %.
El Ejecutivo que nos siguió y sus tres presidentes, así como el Congreso de la República, no aprovecharon ni construyeron sobre los esfuerzos y logros de toda la ciudadanía durante el Gobierno de Transición y Emergencia. La incapacidad, inexperiencia, frivolidad, corrupción y los gestos mediáticos vacíos se adueñaron de la conducción del espacio público. El Congreso aprobó leyes que facilitan la delincuencia y la impunidad, dejándonos indefensos ante el crimen organizado, las extorsiones y el sicariato. Luego de un insensato y absurdo intento de golpe de estado, los congresistas y sus partidos políticos sometieron al Ejecutivo y han controlado ministerios y entidades públicas.
El Congreso ha usurpado las funciones de una Asamblea Constituyente, modificando más de 60 artículos de la Constitución para adecuarla a sus intereses personales y perpetuarse en el poder, para continuar viviendo del Estado, para seguir enriqueciéndose a costa de todos los peruanos y peruanas. La mayoría de congresistas nos han impuesto sus agendas personales, aprobado leyes a su favor para evitar la justicia, perseguido a sus adversarios políticos, y distorsionado los mecanismos de control parlamentario. Han exhibido impúdicamente y sin vergüenza alguna su autoritarismo, su deshonestidad, su angurria y su desprecio por todos nosotros, queridos compatriotas.
En unos meses más tendremos la oportunidad de cambiar esta situación. Las elecciones generales de abril de 2026 nos permitirán apartar a los principales responsables del descalabro y la crisis que estamos viviendo. Podremos elegir a ciudadanos y ciudadanas responsables, honestos, con vocación de servicio, que busquen el bien común.
Queridos compatriotas: todos y cada uno de nosotros debemos estar atentos y vigilantes para evitar cualquier acción que distorsione el proceso electoral y nos impida expresar nuestro más enérgico rechazo a quienes nos han hundido en un abismo de inseguridad, pobreza y corrupción.
Gracias por su atención y mis mejores deseos para un futuro mejor, con confianza y esperanza.