René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.

Trujillo: la ciudad de la eterna Dinamita, la capital de los explosivos, por René Gastelumendi

"a violencia criminal ha alterado las dinámicas sociales y ha creado un clima de zozobra permanente en una hermosa y entrañable una ciudad"

La violencia en Trujillo hace rato que ya no es un problema de delincuencia común; ha escalado hasta convertirse en una forma de terrorismo urbano que se manifiesta con el estruendo de los explosivos: dinamita y la novedosa “emulsión explosiva. Restos de autos, vidrios, casas, puertas, ventanas, locales comerciales. Escombros de bombardeo de guerra, de terror. En los últimos meses, la ciudad se ha visto asediada por atentados que no buscan solo el control territorial y la aniquilación, sino también el amedrentamiento, el pánico, sí, terror. Por tanto, es imperativo profundizar en los factores que han convertido a Trujillo en un caso único de inseguridad en el Perú.

El primero de ellos es que los atentados ostentan una escalada sin freno y su impacto nos revela un patrón de audacia y poder de fuego sin precedentes en el resto del país, salvo, claro está, durante los nefastos días de Sendero luminoso. Aquello es lo que aterra.

El ataque más reciente ocurrió este último jueves 4 de setiembre en la Urbanización Las Quintanas, muy cerca del centro histórico, alrededor de las 10:30 p.m. Este acto de violencia destruyó el portón de un domicilio y afectó a cerca de 30 casas a la redonda. Se reportó que 11 personas, incluidos niños y adultos mayores, resultaron heridas por las esquirlas de vidrios y escombros. La policía detuvo a tres sospechosos, quienes confesaron ser sicarios de la banda "Los Cachacos del Padrino", en plena disputa con otra organización. Aunque no hubo víctimas mortales, la magnitud del daño generó pánico generalizado entre los vecinos, muchos de los cuales hoy no tienen dónde dormir y no saben quién les responderá por los daños materiales y hasta psicológicos.

Menos de un mes antes, el 14 de agosto, el terror llegó a la Avenida Perú casi a la misma hora, a 10:10 p.m. Este ataque fue un punto de inflexión. Se utilizó un potente artefacto de dinamita o emulsión que impactó a más de 20 casas y dejó un saldo de entre 3 y 10 heridos leves. “Ni en los tiempos de Sendero pasaba esto en Trujillo”, decía la mañana siguiente un dentista mientras mostraba su consultorio hecho añicos. La policía vincula a las bandas "Los Pulpos" y “La jauría” con este crimen, lo que demuestra  cómo la extorsión se ha convertido en una guerra territorial con consecuencias devastadoras para la población civil.

No obstante, el atentado que marcó un hito en la escalada de la violencia criminal fue el golpe a la sede del Ministerio Público en la ciudad, la Fiscalía, porque fue dirigido a la sede de una institución pública. El ataque, a inicios de este mismo 2025 sangriento, causó serios daños materiales y nos enrostró que los criminales ya no temen desafiar al Estado. Se detuvo a cinco personas por este caso, lo que evidenció el arsenal del que disponen las bandas y su estrecha vinculación con las mafias de la minería ilegal. Este nexo letal, entre la extorsión en Trujillo y la minería ilegal en Pataz quedó brutalmente desnudado con el caso de la minera La Poderosa, este es el segundo factor que sustenta las particularidades de la coyuntura criminal trujillana. A fines de 2023, en un atroz atentado, delincuentes secuestraron y asesinaron a 10 trabajadores dentro de un socavón, usando explosivos para consumar el crimen. El móvil fue el control de un territorio minero. Este trágico evento fue una clara señal del nivel de violencia extrema de las bandas, que ahora han insertado sus tácticas a la capital de la región. El caso de La Poderosa refleja cómo la minería ilegal, que mueve miles de millones de dólares anualmente, es el verdadero motor financiero del crimen organizado.

El tercer y más perturbador factor es el tipo de municiones empleadas por el crimen, el arsenal de las bandas. En los dos últimos años los explosivos, en Trujillo, se han impuesto sobre las balas y las armas de fuego tradicionales. Esta elección tiene una clara connotación. Mientras una bala si, mata, una detonación capaz de abrir socavones en las minas, destruye una propiedad, aterroriza a un vecindario entero y genera una sensación de impotencia colectiva, terror, hay que reiterarlo. La dinamita que usan o, más recientemente, la denominada emulsión explosiva, tienen un poder destructivo que supera con creces el de una bala, una granada o un explosivo artesanal como los que usan en Lima, por ello es que Trujillo le lleva la delantera, en una siniestra descentralización criminal, en el uso de explosivos incluso a la capital del país. Estos artefactos son dejados en la puerta de la casa o negocio de la víctima dentro de una bolsa o paquete por los "detonadores". Hablamos de individuosque han recibido una capacitación básica y empírica, a menudo a cargo de la propia organización criminal. El objetivo de la banda es que realicen el trabajo sucio sin exigir mayores conocimientos o un pago alto y conforman el estamento más bajo dentro de la jerarquía criminal: son la última pieza de la cadena. Estas personas son altamente prescindibles y fácilmente reemplazables. La banda invierte un capital mínimo en ellos, no manejan mayores datos y, si son capturados o mueren, simplemente contratan a otro joven por la misma tarifa.

Para la detonación, los criminales utilizan principalmente dos métodos. El más común es con un fulminante (una cápsula de iniciación) y una mecha de seguridad que se enciende manualmente a una distancia que le permite el criminal encargado huir a tiempo, tal como se observa en los registros de las cámaras de seguridad. A diferencia de las mechas de los fuegos artificiales, que queman en segundos, estas mechas lentas tienen una velocidad de combustión muy controlada y uniforme.

Sin embargo, la policía ha documentado casos en los que se utilizan detonadores a control remoto, un método más sofisticado que permite al atacante activar el artefacto a distancia, minimizando su riesgo personal y maximizando el pánico.

Vayamos a lo técnico, porque es importante. La velocidad de combustión de estas mechas está estandarizada, aproximadamente entre 120 y 150 segundos por metro (es decir, un metro de mecha demora más de dos minutos en consumirse). Aunque los rollos vienen en longitudes de 500 metros o más, para los atentados se usan tramos cortos, de 30 o 40 centímetros, que le dan al delincuente suficiente tiempo para huir. Estas mechas están compuestas por un núcleo de pólvora negra recubierto por capas de hilos y un aislante plástico. Esto las hace resistentes a la humedad, lo que asegura que la combustión no se apague.

La mecha de seguridad se inserta en un fulminante o cápsula de iniciación, que es lo que realmente detona la carga principal de dinamita o emulsión. El atacante solo tiene que encender el extremo de la mecha, lo que le da más unos segundos valiosos para alejarse del lugar antes de que la explosión ocurra. Este armamento, proveniente del mercado negro y de las actividades de minería ilegal, permite a las bandas causar un daño masivo, enviando un mensaje de terror mucho más contundente. El objetivo es aprovechar la onda expansiva del miedo y la zozobra, no solo en la víctima directa, sino en todo su entorno, asegurando que la próxima persona a la que extorsionen o amenacen ceda sin resistencia.

También es crucial el debate sobre si los actos violentos en Trujillo son terrorismo o crimen organizado. Se acaba de llegar a un cambio en el enfoque legal del Estado. Recientemente, el Congreso parece haberse hecho al menos una, unita: aprobó la Ley contra el Terrorismo Urbano, una iniciativa de Renovación Popular que busca tipificar en el Código Penal el delito de "criminalidad sistematizada". La nueva ley incorpora en el Código Penal que quienes, usando armamento o explosivos, cometan delitos como secuestro, extorsión, sicariato, homicidio calificado o robo agravado y generen terror en la población, serán castigados con cadena perpetua. Esto crea un nuevo marco para enfrentar a las mafias del terror, dándole a la policía y a los fiscales una herramienta legal más contundente, incluyendo penas mucho más severas. La aprobación de esta ley responde a la necesidad de sancionar un tipo de violencia que, si bien causa terror, no encaja en la definición del Decreto Ley25475, que se enfoca en el terrorismo con fines políticos e ideológicos. La nueva legislación busca llenar este vacío, reconociendo que el terror generado por el crimen organizado merece una respuesta legal a la altura de su gravedad. Reforzar las labores de inteligencia policial, para capturar a los criminales antes de que actúen, sigue siendo la pieza, inexplicablemente más débil, de la respuesta estatal

Otro factor,  una pieza central en el rompecabezas de la inseguridad en Trujillo es el penal de El Milagro, un claro reflejo del colapso del sistema penitenciario. La principal limitación es la sobrepoblación: con una capacidad para alrededor de 1,400 reos, alberga a más de 3,000, lo que duplica su ocupación máxima. Esta falta de control, sumada a la corrupción, permite a los delincuentes seguir operando. Los reportes policiales y fiscales confirman que la mayoría de las extorsiones son planificadas y ordenadas desde el interior de este centro penitenciario. A pesar de que las autoridades han solicitado el traslado de más de una docena de reos de alta peligrosidad, estos pedidos no se han concretado. El penal de El Milagro, en lugar de ser un centro de rehabilitación, se ha convertido en el centro de operaciones de las bandas criminales, lo cual agrava el problema estructural que sigue alimentando la espiral de violencia que asedia a Trujillo.

Por último, la violencia troncal que vive Trujillo no puede explicarse sin hablar de la banda reina: “Los Pulpos”.La violencia actual no puede entenderse sin la historia tal banda. Esta organización criminal, que nació en la década de los 90 como un grupo de extorsionadores de taxis a pequeña escala, se consolidó con el paso del tiempo hasta convertirse en una de las mafias más poderosas de Trujillo y del Perú. Liderada por un clan familiar, cuyos miembros entran y salen de prisión, ha logrado un dominio tal que sus operaciones no se limitan a la región y se han extendido a nivel internacional, con "tentáculos" en Chile y conexiones en Colombia. Su capacidad de operar desde el extranjero, incluso desde las cárceles, los convierte en un actor central de la violencia en el norte del Perú. Sin embargo, su hegemonía no es absoluta; el surgimiento de nuevas facciones, como "Los Pulpos-Nueva Generación", “La Jauría” y la entrada de bandas extranjeras, como el "Tren de Aragua" y derivadas, han desatado una guerra de poder que se libra en las calles de la ciudad y que eleva el nivel del crimen a extremos nunca vistos.

En conclusión, la violencia en Trujillo tiene consecuencias devastadoras en la población que van bastante más allá de los daños materiales. El miedo ha generado una crisis de confianza que socava los pilares de la sociedad y el sistema de seguridad. El aumento de los delitos de extorsión y la falta de una respuesta contundente del Estado han provocado que la ciudadanía pierda la fe en sus instituciones policiales, en su alcalde y, sobre todo, en su gobernador, César Acuña, quien siempre anda de viaje y sus coordinaciones con el también ineficiente gobierno central de Boluarte no pasan de decretar inútiles estados de emergencia.

Este ciclo de impunidad fomenta la autocensura, la informalidad y el estancamiento económico, ya que los pequeños y medianos empresarios, que son los más afectados por las extorsiones, se ven obligados a cerrar sus negocios o a vivir con un miedo constante que afecta su calidad de vida y su capacidad para prosperar en medio de un vecindario de casas también bajo acecho. La violencia criminal ha alterado las dinámicas sociales y ha creado un clima de zozobra permanente en una hermosa y entrañable una ciudad.

René Gastelumendi

Extremo centro

René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.