Abogado y Magister en derecho. Ha sido ministro de Relaciones Exteriores (2001- 2002) y de Justicia (2000- 2001). También presidente...

¿Qué hubiera dicho Churchill?, por Diego García-Sayán

Cada vez que el autoritarismo o la corrupción amenazan asfixiar al país, ha solido despertar el ADN democrático en la sociedad. 

Fascinado me encuentro leyendo la fantástica obra de Winston Churchill sobre la Segunda Guerra Mundial. Un análisis riguroso, con lenguaje ágil y notable capacidad para situar a quien lee en lo suyo. Y ágil de leer en sus 1,074 páginas gracias al accesible texto de sir Winston.

Ante tan fina capacidad analítica, imaginé qué hubiera dicho —o escrito— sobre el actual —y deprimente— desbarajuste político que viene sufriendo el Perú. Mientras nos rige el Pacto Corrupto que sustenta al gobierno y que empodera a un Congreso también corrupto y antidemocrático.

Churchill se habría dado cuenta…

Si Winston Churchill hubiera tenido que analizar la operación de la actual maquinaria política peruana, seguramente habría visto con claridad el equipamiento herrumbroso e inútil para el desarrollo del país que se ha instalado. Y que no funciona para el avance del país, sino solo para proteger a sus propios operadores.

Pues el Pacto que emana de la dupla Boluarte/Congreso no es una alianza de ideas, sino un acuerdo entre “sobrevivientes”: un Poder Ejecutivo sin legitimidad y un Congreso controlado por redes cuyo principal interés no es la República, sino su propia protección y beneficio.

La fórmula es simple y efectiva: el Congreso protege a la presidenta de cualquier intento de investigación o destitución, y el Poder Ejecutivo hace la vista gorda ante las leyes y maniobras que el Congreso diseña para la impunidad de los legisladores y sus aliados.

A la par, se da la repartija presupuestal más irresponsable del siglo: nunca, en todo el siglo, se había visto una violación tan flagrante e irresponsable de la regla fiscal, la que establece claros límites al déficit y al gasto público para garantizar la estabilidad económica y la sostenibilidad financiera.

Este Pacto, invisible en la retórica oficial, pero palpable en cada votación y en cada centavo que nutre el déficit, tiene un denominador común: la defensa de intereses particulares frente a las demandas del país.

Los favorecidos

Los responsables de una represión que vio todo el país por la TV en 2022-2023, y que dejó decenas de muertes absurdas, no enfrentan sanciones, sino protección política. La narrativa oficial los presenta como “defensores del orden”, mientras la sociedad los recuerda como ejecutores de un mensaje intimidatorio y homicida.

El resultado: un Estado convertido en fortaleza privada. Blindaje judicial, captura institucional y una política exterior reducida al mínimo. Porque hablar —o hacer gestiones— en el extranjero requiere una autoridad moral que el Pacto no puede ofrecer. No hay reformas estructurales ni planes de desarrollo; en cambio, hay una agenda legislativa que prioriza la autoprotección y un Poder Ejecutivo que actúa como amanuense del Congreso.

Ocupación del poder por el mal

En otros tiempos, Churchill advirtió que apaciguar a quienes atentan contra la ley solo retrasa el momento en que se vuelven incontrolables. Y advirtió sobre el riesgo de la impunidad. Hay que tomar nota de ello.

En el Perú actual, el apaciguamiento no es una táctica viable ni tiene legitimidad: es el sistema mismo de gobierno. Y cuando, más temprano que tarde, el Pacto Corrupto sea historia, el “recuerdo” no será el de realizaciones o de grandes batallas ganadas, sino el de una prolongada ocupación del poder por parte de quienes nunca debieron haberlo ejercido.

Pero allí no termina todo, ya que, como lo dijo Salvador Allende en sus últimas palabras públicas: “… Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

2026: de esto hay que hablar

No es ocioso reiterar algo que ya expresé en estas generosas páginas de La República: las elecciones de 2026 deben marcar un punto de quiebre, haciendo uso de dos herramientas fundamentales.

Primero, no votar por ninguno de los partidos representados en el Congreso del Pacto Corrupto, que tanto daño le han hecho al país. Y tampoco por ninguno de los(as) actuales congresistas o integrantes del gobierno del Pacto. Barrer lo que podría ser descriptivamente llamado un colosal montón de basura…

Segundo, vertebrar un Frente Democrático Nacional entre quienes defienden los valores democráticos. Las veces que, en la historia reciente, un camino así se intentó, funcionó y tuvo éxito. En 1956, la ciudadanía se organizó para terminar con la dictadura de Odría y emergió, con pujanza, Belaúnde Terry y Acción Popular; Odría, kaput. En el 2000, algo semejante: la nación, primero, se unió y derrotó en las calles y, luego, en las urnas, al régimen mafioso de Alberto Fujimori.

Cada vez que el autoritarismo o la corrupción amenazan asfixiar al país, ha solido despertar el ADN democrático en la sociedad. Precisamente cuando es asfixiada por el autoritarismo o la corrupción, la sociedad peruana despierta, reacciona y dispone la corrección de rumbo.

En eso estaremos para 2026, “si nos ponemos las pilas”.

Diego García Sayán

Atando cabos

Abogado y Magister en derecho. Ha sido ministro de Relaciones Exteriores (2001- 2002) y de Justicia (2000- 2001). También presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Fue Relator Especial de la ONU sobre Independencia de Jueces y Abogados hasta diciembre de 2022. Autor de varios libros sobre asuntos jurídicos y relaciones internacionales.