El despilfarro institucionalizado por el Congreso

Los gastos legislativos impuestos por los parlamentarios del co-Gobierno autoritario actual superan con creces los presupuestos que deberían ser prioridad para el Estado peruano.

El Congreso de la República se ha convertido en una élite que, además de estar aislada, es indolente. En un país marcado por la creciente desigualdad y la pobreza estructural sostenida, un presupuesto incrementado en S/798 millones en solo cuatro años es un evidente acto de desprecio histórico contra los peruanos.

Desde el año 2021, el crecimiento del 130% en los recursos usados por el Parlamento —que hoy superan los 1.400 millones de soles— representa una bajeza ética equiparable al desmedido aumento del sueldo de la presidenta Dina Boluarte.

Según un informe de La República, el Congreso, actualmente compuesto por 130 legisladores, le cuesta al país más que programas sociales esenciales destinados al cierre de brechas para construir desarrollo. Presupuestos como Cuna Más, Juntos, Foncodes o incluso el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), que atiende a miles de peruanos con cáncer, no superan —ni sumados— lo que cuesta mantener a quienes hoy ocupan el Palacio Legislativo.

La coalición parlamentaria autoritaria no escapa del patrón de derroche y cinismo que hoy define a la gestión que comparte con el Ejecutivo.

¿Qué ha ofrecido este Congreso al país como contraprestación del servicio público que debería garantizar a los peruanos? Ha bloqueado reformas democráticas, favorecido economías ilegales y legalizado el lucro con derechos fundamentales como la educación superior, hoy repartida como botín entre las familias que integran la alianza de poder.

Mientras el INEN recibe poco más de S/555 millones, el Congreso gasta casi el doble solo en sueldos. Y lo peor es que la proyección fiscal del país para los próximos años es dramática.

Según el presidente del Instituto Peruano de Economía, Miguel Palomino, el déficit del 2026 superará el 3,3% del PBI. Este despilfarro, de tamaña insensatez, es responsabilidad directa de este co-Gobierno, que ha impuesto una reforma tributaria regresiva, saboteado la disciplina fiscal y sigue “regalándose” presupuesto sin ningún tipo de rendición de cuentas.

El propio Ministerio de Economía ha corregido ya tres veces su proyección de déficit en solo tres años. Finalmente, ha sido este mismo Gobierno el que ha otorgado al Parlamento actual, contra lo estipulado en la Constitución, la iniciativa de gasto.

Los peruanos deben tener presente esta tragedia, porque en la campaña electoral que se avecina serán los mismos despilfarradores quienes insistirán en discursos anti-Estado y contra supuestos “parásitos estatales que viven del Estado”. Será entonces cuando los ciudadanos les recuerden que quienes reúnen exactamente esas características son quienes hoy desgobiernan.