Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".

¿Dónde queda la realidad?, por Jorge Bruce

La realidad es cada vez más esquiva y no solo por la omnipresencia del espectro digital. Pese a que no todos los peruanos tienen acceso al mismo, como se comprobó durante el confinamiento vinculado a la pandemia, su influencia rebasa esa frontera

En su libro más reciente –“No soy un robot”- el escritor y ensayista mexicano Juan Villoro, analiza lo que denomina el autoritarismo tecnológico, “donde el sujeto se somete a designios ajenos creyendo que expresa su individualidad”. La frase que da título al libro es la de los códigos capcha, en donde el algoritmo te plantea una serie de recuadros en donde tienes que identificar en cuáles hay un semáforo o una moto. De esta manera estarías probando que no eres un robot sino un humano.

La falacia de esta prueba es evidente. Desde el momento en que te sometes a las reglas de alguna aplicación digital o red social, estás hipotecando lo que define tu singularidad. Villoro narra que el célebre escritor israelí, Yuval Noah Harari, se somete cada año a una dieta de dos meses sin contacto alguno con dispositivos digitales. Anota, por supuesto, dadas las regalías cuantiosas de las ventas de sus libros, que alguien como Harari puede permitirse ese lujo. La mayoría de nosotros no dispone de esa libertad y estamos, por ello, condenados a diversos grados de enajenación.

Desde el doom scrolling, esa búsqueda adictiva de contenidos a cual más idiota en redes como TikTok, Instagram o X (antes Twitter), si nos descuidamos terminamos repitiendo mecánicamente esos gestos que nos llevan a videos de animales, desnudos o escenas deportivas. El algoritmo tiene de todo y para todos. Una vez detectadas tus preferencias, puedes quedar a merced de esos dispositivos diseñados para someter a las mayorías digitales. Esto no es inocuo. Sin que lo adviertas, puedes terminar convertido en un cliente, consumidor o incluso un zombi. No es casualidad que las películas y series sobre estos habitantes atrapados entre dos universos paralelos, tengan tanta presencia en las plataformas de streaming o en el cine.

Nuestros políticos, pese a su bajísimo nivel intelectual promedio y su total carencia de escrúpulos, lo están comprendiendo con lentitud. Vizcarra acaso fue el primero que se lanzó de lleno en el mundo de las redes sociales, con sus códigos familiares para los más jóvenes, y algo ininteligibles para los mayores. Alguien me contó que había recibido un video del expresidente, en donde, tras emitir algunas propuestas políticas, concluía haciendo un corazón con los dedos de las manos, luego poniéndoselos sobre la cabeza. Esta persona, que no vive en el Perú hace un tiempo, me participó su extrañeza por estos gestos inopinados.

Lo cierto es que -y por eso los políticos del pacto mafioso le temen y procuran inhabilitarlo a como de lugar- las encuestas revelan que esa estrategia, seguramente asesorada por un country manager de las nuevas generaciones, parece tener éxito. Keiko Fujimori también lo ha advertido, aunque con cierto retraso. En su Videoblog, Konfesiones, en YouTube, ensaya una estrategia que consiste en afirmar que, contra todas las apariencias, ella no es una persona política. Mauricio Muñoz, en la nota que le dedica en La República, comenta este intento de “blanquear” su imagen. La política en el Perú está tan desprestigiada, y el antifujimorismo es la mayor representación de ese rechazo, que Keiko intenta hacernos creer que lo suyo no corresponde a su deseo sino a las circunstancias.

Ataviada con una camisa blanca y en un escenario tranquilizador, las tres veces derrotada candidata, intenta convencernos de que es una paloma como las que soltaba el Papa Francisco. Es improbable que ese esfuerzo por distorsionar la historia tenga éxito. Además, su narrativa es demasiado larga para lo que venimos diciendo. En esta era de comunicaciones simplistas e impactantes, ese discurso es para predicar a convencidos. El desafío consiste en atraer el voto de los indecisos y silenciosos. Mejor dicho, de los que están mirando a otro lado, atareados en sus tareas de supervivencia. Las que se revelan cada día más difíciles, puesto que nos hemos convertido en un territorio en el que gobiernan las mafias.

En ese entorno contaminado por la mentira y las arremetidas autoritarias, esos relatos edulcorados y prolongados, no tienen ninguna capacidad de atraer al considerable sector de quienes repudian la política, y ven al fujimorismo como un representante emblemático de esa corrupción.

De otro lado tenemos a candidatos con propuestas disparatadas, como los drones explosivos del alcalde López Aliaga. No contento con la degradación de los bonos de la Municipalidad, efectuada por la calificadora de riesgo Moody’s, al grado de junk bonds (bonos basura), ahora propone drones que sobrevolarán Lima y explotarán sobre el delincuente captado in fraganti. Ya estamos habituados a estas fantasías sin sentido del alcalde metropolitano. Antes estuvieron sus trenes (también basura) de California. Es difícil entender el razonamiento -si es que se le puede llamar así- del burgomaestre.

El punto es que, en este universo de falsedades en el que estamos ahogándonos los peruanos, se puede decir cualquier tontería y esperar que funcione. El problema es que está endeudando a la municipalidad de una manera catastrófica, que deberán pagar las siguientes gestiones con plata de todos nosotros.

La realidad es cada vez más esquiva y no solo por la omnipresencia del espectro digital. Pese a que no todos los peruanos tienen acceso al mismo, como se comprobó durante el confinamiento vinculado a la pandemia, su influencia rebasa esa frontera. La realidad siempre ha sido un concepto discutido por los filósofos y el debate continúa. Por ahora lo único que debemos tener claro es que #PorEstosNo.

Jorge Bruce

El factor humano

Jorge Bruce es un reconocido psicoanalista de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado varias columnas de opinión en diversos medios de comunicación. Es autor del libro "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo".