Gracias a la monarquía y a pesar de las guerras, en el siglo XIX en Europa no se dudó acerca de la naturaleza europea de Rusia. A partir de la Revolución Soviética, Rusia empezó a ser vista como una amenaza extraeuropea. Algunos pensaron que la desaparición de la URSS cambiaría esa situación. Pero la democracia que iba a re-europeizar a Rusia nunca apareció.
Pero el proyecto de Vladimir Putin rápido demostró ser la recuperación del espacio y el poderío de la antigua URSS, impulsada por una actitud antioccidental. El enemigo de Moscú pasó a ser la alianza atlántica, OTAN, que junto con Rusia había ganado la Segunda Guerra Mundial. Así estaban las cosas cuando Moscú empezó a invadir Ucrania, a comienzos de este siglo XXI.
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Esta es la semana en que Donald Trump ha demostrado que le interesa más llegar a un acuerdo con Rusia y sus ambiciones en Ucrania que calmar las angustias de Europa. Para eso ha montado un sistema de conversaciones que excluye a los invadidos y a la Unión Europea. El mensaje es claro: Washington reconoce a Moscú y Beijing como superpoderes mundiales, pero no a la UE.
Que el vicepresidente de los EE. UU., antiguo denostador de su actual jefe, Trump, aterrice en Europa para apoyar a la extrema derecha, atacar las políticas migratorias de Bruselas y las políticas de libre expresión, es prueba de un nuevo tipo de agresividad. Una suerte de sicario ideológico para quien el plan para Ucrania también es un plan cultural redneck para Europa entera.
Bruselas ya ha avisado que seguirá apoyando a Ucrania frente a Rusia, al margen de lo que decida Trump, y ha empezado reuniones para enfrentar la nueva situación. Uno de sus problemas son los quintacolumnistas, como el húngaro Orban; otro es que el proyecto europeo nunca incluyó una industria militar unificada, pues eso lo iba resolviendo la OTAN.
De todo esto va a salir una mala relación entre Washington y las capitales europeas, un desarrollo que China sin duda está siguiendo con gran atención. Alguien está enrumbando hacia un peligroso aislamiento, pero todavía no se sabe quién. Trump confía en poder separar a Rusia de China. ¿Pero quién va a querer irse con un socio que no es confiable, y que incluso puede ser llamado traicionero?
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).