La sonrisa de Dina Boluarte

Asegura que es su mejor forma de comunicación tras permanecer más de 80 días en silencio.

Con siete carpetas fiscales en curso y una última investigación que busca determinar qué pasó con el Cofre presidencial en febrero pasado, cuando cruzó Lima y se dirigió al sur de las playas para regresar 350 kilómetros después (sin que se explique hasta el momento el motivo de tal travesía que duró dos días ni los pasajeros que se movilizaron en el interior), Dina Boluarte ahora refiere que su mejor comunicación es su sonrisa.

Tras permanecer más de 80 días en total silencio –roto solo por algunos intercambios impropios con los ciudadanos que la cuestionan en voz alta–, la mandataria ha encontrado una fórmula bastante pueril para excusarse de no tener contacto con los medios.

Ha dicho que tan solo su sonrisa basta para comunicarse. En ese sentido, vale la pena preguntarse si de esa manera podrá explicar los regalos costosísimos provenientes de sus waykis, que comprenden varios Rolex y algunas joyas de oro y brillantes, que luego de desdecirse varias veces, resultaron en préstamos personales. Sin embargo, lo que sugieren los cruces de información periodística es que se intercambiaron por apoyos económicos millonarios a las regiones gobernadas por sus amigos entrañables.

O los crímenes cometidos por personal policial y militar al inicio de su gobierno que, según datos revelados, contaron con su aval contra, por lo menos, 49 personas que protestaban para impedir la instauración de su mandato como sucesión al golpista Pedro Castillo.

Existen otras carpetas fiscales pendientes que apuntan a una maraña de corrupción en la que estarían envueltos los hermanos Nicanor y Dina Boluarte que corresponderían, básicamente, a actos ilegales cometidos por ambos para traficar con puestos de trabajo a cambio de adhesión en el futuro partido político del hermano presidencial.

Se entiende que estos casos se encuentran en curso, mientras se recaban testimonios y pruebas para consolidar el expediente fiscal. Por eso, el esclarecimiento de todas las sospechas es ya un tema de tiempo y voluntad política.

Lástima que una sonrisa presidencial no sirva para responder todas estas dudas y certezas que van naciendo tanto en el ciudadano de a pie –que le da una aprobación tan mínima que llega al 5%– como de los fiscales, que esperan mayor voluntad de colaboración con la justicia que la mostrada hasta la fecha.

La República

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