En mi trabajo periodístico, y en lo personal, nunca me cansaré de jugármela por la lucha contra la violencia hacia la mujer. Estadísticamente innegable y, junto a niños y niñas, víctima principal de las agresiones dentro del núcleo familiar o una relación de pareja. Incuestionablemente, es hacia esta violencia que deben seguir estando dirigidas las políticas públicas. Esta columna, sin embargo, propone una mirada, por lo menos ocasional, a aquellos casos poco documentados en los que el hombre es la víctima de la violencia dentro del hogar. No se puede equiparar una con otra, lo reitero, sería una canallada, pero, eso no significa que la violencia y las agresiones contra hombres por parte de mujeres, en los mismos contextos, no exista.
Claramente, en el doloroso campo de la violencia, no se puede hablar de una “simetría de género, como pretenden, con ligereza, aquellos que justifican los golpes de Christian Cueva porque “a él también lo golpearon”. Considero que censurar la mirada a un problema menor, no obstante, sería invisibilizarlo. No he encontrado cifras en el Perú, al menos no en el ciberespacio, tampoco estudios locales y amplios, sobre este tipo de violencia.
Ensayo algunas explicaciones: al ser la violencia contra la mujer uno de los principales problemas de la sociedad, por su frecuencia, por su género y por el hecho objetivo de que la mujer tiene muchas más posibilidades físicas, de salir herida, esta otra violencia es ignorada. El propio machismo juega en contra de los hombres que no se atreven a denunciar, por ejemplo, por temor a que su entorno cuestione su masculinidad. Más que la forma en que son agredidos, o la cantidad, evidentemente menor que los casos en los que las mujeres son las víctimas, la amenaza hacia los hombres es distinta: que sus casos no cuenten ni nadie los cuente.
El investigador, sociólogo y especialista en violencia doméstica, Richard J. Gelles, describió una serie de condiciones para definir, creo que, con mucho acierto, a un hombre maltratado (por lo menos físicamente) y no distorsionar ni manipular las cosas: “La violencia doméstica no es un campo de juego par, de hecho, hay hombres que son golpeados por sus esposas, están heridos, y algunos son asesinados. Pero ¿todos los hombres son golpeados por mujeres previamente golpeadas por ellos? No. Los hombres que golpean a sus esposas, que usan abuso emocional y chantaje para controlar a sus esposas, y luego son golpeados o incluso lastimados, NO pueden considerarse hombres maltratados. Un hombre maltratado es aquel que es físicamente herido por una esposa o pareja sin que antes no la haya golpeado ni provocado psicológicamente”.
René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.