Un puerto y un tren para Brasil y China, por Santiago Roca y Juan de Dios Guevara

Se plantea que la penetración de China y Brasil en el mercado peruano podría afectar la producción nacional, ¿se han estimado los sectores afectados? Se destaca la importancia de crear valor adicional a través de externalidades, corredores y nuevos polos productivos para que los proyectos de infraestructura impulsen el desarrollo e integración nacional. Se cuestiona si Perú está enfocado en analizar los beneficios y amenazas de estas inversiones.

*Por Santiago Roca, Profesor Investigador Centrum Graduate School of Business, Pontificia Universidad Católica del Perú y
Juan de Dios Guevara, Director fundador y expresidente de la Cámara de Comercio Perú-Brasil (CAPEBRAS). Visión a Futuro.

Mientras Brasil y China tienen claro para qué quieren invertir en el puerto de Chancay y en el Tren Bioceánico, lo único que se escucha en el Perú es que manteniendo los TLC y dando incentivos a las inversiones extranjeras (por ejemplo, rebajando a 0% el impuesto a la renta) se piensa que el mercado por sí solo, automáticamente, hará crecer el comercio, la producción y la mejora del nivel de vida de los peruanos.

No se conoce un plan nacional que sepa optimizar los beneficios que puede significar el paso de Brasil y China por el Perú, sea por el norte, centro o sur del país, como la posible participación de otros países que quieran, asimismo, participar en la integración bioceánica con Brasil para poder trasladar en esa ruta decenas de millones de toneladas. Tampoco se conocen planes de desarrollo territorial a lo largo de los corredores bioceánicos ni tampoco planes de amortiguamiento a las amenazas que resulten de la priorización de los intereses de Brasil y China sobre el Perú.

Se dice que la reducción de los tiempos, tanto del tren como del puerto para llegar a China, mejorará la competitividad de los productos que el Perú ya exporta (reducción de costos de transporte) e incentivará nueva producción agroindustrial. Además del beneficio de los derechos de aduana y de los servicios portuarios por el traslado de mercancías de Brasil, China y los otros países que utilicen esta infraestructura. Pero aun asumiendo que los ingresos por los servicios no se entregan a exclusividad a los operadores extranjeros del puerto o de los trenes (cosa que no es cierta), ¿de qué montos estamos hablando? ¿Alguien los ha calculado?

Por otro lado, uno debe ser realista. Así como el Perú se podría beneficiar de los menores costes de transporte y de las mayores exportaciones que podríamos tener, no hay duda de que China, los países asiáticos y Brasil también van a penetrar el mercado peruano, aumentando su competitividad y afectando la producción nacional significativamente. ¿Se han estimado los posibles sectores afectados? ¿Están los empresarios alertas? ¿Se conocen los sectores en que sí nos podríamos beneficiar?

En todos los países del mundo, cuando se trata de inversiones de US$3,500 millones, en el caso del puerto y de alrededor de US$10,000 millones en el caso de la parte del tren bioceánico que se hará en territorio peruano, uno tiene que pensar no solo en los ingresos y costos por ofrecer el servicio de transporte, sino principalmente en cómo crear valor adicional a través de externalidades, corredores y nuevos polos productivos, sinergias y fuerzas propagadoras, transferencia de tecnología, vinculaciones, encadenamientos, aparición de nuevas ciudades y poblaciones, arruinamiento del medio ambiente, seguridad nacional, planes de desarrollo estratégico a corto, mediano y largo plazo de los territorios a sufrir tales cambios, etc.

Son todos estos elementos los que permiten que estos proyectos sirvan como instrumentos de desarrollo e integración nacional, de lo contrario, se confirma la preocupación de The Financial Times, que indicó que las autoridades americanas piensan que “el Gobierno de Perú no está suficientemente enfocado en analizar los beneficios y amenazas al país” de estos negocios.

Si los chinos y los brasileños hacen esas inversiones (siendo propietarios y también operadores del puerto y los trenes) es porque como mínimo han estimado que tienen capacidad productiva propia y de atraer de terceros los volúmenes de carga suficientes para ofrecer el servicio de transporte, recuperar sus inversiones, cubrir los gastos de operación y tener utilidades razonables de esos proyectos.

Tienen, además, la tecnología, los bienes de capital (máquinas) y el know how para realizar y operar el proyecto. Seguramente, las ¾ de la inversión son bienes de capital, insumos y servicios que comprarán a sus mismas empresas chinas y brasileras. Pero, además, ya están pensando y decidiendo en todos los otros elementos de la cadena de valor arriba mencionados.
Ellos saben que lo que van a ganar de las otras actividades, externalidades, nuevos polos productivos, etc., que ya están creando, son mucho mayores que lo que van a ganar solo ofreciendo el servicio de transporte. Para eso ya están desarrollando planes y tomando decisiones estratégicas.

Y el Perú, ¿en qué está? Si entrega la propiedad, operación y exclusividad del puerto de Chancay y el Tren Bioceánico así como de los servicios adyacentes, no ganará de estos negocios, ¿y alguien cree que los beneficios de esa infraestructura van a aparecer en forma automática por arte del libre mercado y del libre comercio?

¡Algo aparecerá, por supuesto! Pero si el Perú quiere aprovechar verdaderamente esas inversiones, tiene que tomar decisiones políticas en forma estratégica, es decir, decidir, por ejemplo, la ruta del Tren Bioceánico en territorio peruano.

No es lo mismo que el tren entre al Perú por Pucallpa, llegue a Bayóvar y de allí al puerto de Chancay o que entre por Puno, llegue a Ilo y a través de todo el litoral sur del Perú termine en Chancay. Esa decisión debe estar aparejada, por ejemplo, con la decisión de impulsar un polo petroquímico en Ilo u otros dos polos productivos entre Ilo y Chilca. O por el norte, con el desarrollo agroexportador y los fosfatos de Bayóvar. La necesidad que habría de cuidar el medio ambiente y las poblaciones indígenas en caso vaya por la selva amazónica.

Son distintas rutas que el Perú debe decidir a su mejor conveniencia por dónde debe pasar, considerando los beneficios a obtener, y que debe contar con la cooperación y apoyo de ambos países, a lo largo de la ruta decidida, como una especie de peaje del desarrollo de los tres países.

La posibilidad de fomentar el nacimiento de nuevas ciudades intermedias para evitar la concentración y hacinamiento en Lima y fomentar la descentralización del Perú hacia el norte, centro o el sur, la necesidad de integrar el desarrollo de esas infraestructuras a la transferencia de tecnología y adquisición de capacidades digitales e inteligentes para desarrollo del país, entre muchas cosas por definir.

Nada de esto está en la mesa de discusión actualmente. Ya en la historia del Perú (siglo XIX) perdimos el guano (los productos y recursos no renovables) y los trenes. Y en la década de 1990 entregamos nuestra industria y marina mercante y el espacio e industria aérea a los extranjeros sin obtener mucho a nuestro favor. Dentro de pocos días el avión sale a China, sin saber qué queremos y para qué realmente puede servir el Tren Bioceánico y el puerto de Chancay en el desarrollo del Perú. ¿El libre mercado y el libre comercio lo harán?