Libros escolares: censura como en dictadura, por Patricia Paniagua

“De más es sabido, que el régimen actual está, vergonzosamente, inspirado en las prácticas de la dictadura fujimorista de los 90´s”

Al aciago momento político que transitamos, marcado por el cogobierno de fuerzas políticas antidemocráticas, desde el Ejecutivo y el Legislativo, que buscan la captura total del poder para el sometimiento de las instituciones a viles intereses delictivos y pro mafias, y que se resume en la impunidad de sus delitos y en la generación de vicios en el sistema para garantizar su permanencia en el poder, ello a través del asedio constante del que son víctimas los sistema de justicia y electoral, debemos sumarle no solo los recientes intentos de censura de expresiones culturales como el cine, sino también, como hemos sabido hace unos días, el infame intento de censura de libros escolares con contenido considerado “peligroso” por el régimen de turno.

De más es sabido, que el régimen actual está, vergonzosamente, inspirado en las prácticas de la dictadura fujimorista de los 90´s y que se sostiene, a pesar del perjuicio que causa al país y de su ilegitimidad, impunidad, incapacidad e inviabilidad, gracias al respaldo del fujimorismo rancio, sus herederos políticos más actuales y el poder económico y mediático alineado a estas fuerzas.

Sabemos también que el principal propósito político del fujimorismo, tanto de su líder en el pasado, ilegalmente indultado y condenado por crímenes contra los derechos humanos y corrupción, como de su lideresa actual, próxima a ser juzgada, desde el 1 de julio de este año, por delitos de crimen organizado, lavado de activos, etc. y de sus aliados políticos y seguidores es su vil intento por rescribir la historia, sobre la base de absurdas mentiras, bulos, negacionismo y posverdad y así arrancarle al país, víctimas, ciudadanas y ciudadanas, su derecho a memoria, verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición.

En esa misma línea, los grupos ultra conservadores, cavernarios y oscurantistas, alineados entre las fuerzas que cogobiernan, persiguen retrocesos en la educación básica y en la información a la que tienen acceso niños, niñas y adolescentes, dirigida a garantizar su derecho a recibir una educación de calidad, libre de estereotipos, discriminación y violencia, y que responda, sin duda, a las difíciles problemáticas y a las alarmantes cifras, que como país afrontamos en relación a la violencia de género, feminicidios, abuso sexual, embarazo adolescente, etc.

Esta última arremetida, de las fuerzas que cogobiernan, alertan de un manifiesto intento de censura de textos escolares orientados a trabajar aprendizajes establecidos en el Currículo Nacional, diseñado para formar integralmente ciudadanos y ciudadanas comprometidos con valores que faciliten la vida en comunidad, que sean capaces de apelar al pensamiento crítico frente a las problemáticas que afrontamos y, por supuesto, de usar el conocimiento para aportar a la sociedad en  la resolución de problemas.

Teniendo en cuenta ello, resulta grave, bochornoso y amerita una firme respuesta ciudadana, que se pretenda censurar, es decir, retirar el uso de textos escolares de todos los niveles educativos y áreas de aprendizaje, aprobados y revisados rigurosamente por profesionales del sector, por el solo hecho de contener palabras como: conflicto armado interno, educación sexual integral, feminicidios, enfoque de género, entre otros.

Frente a esto, y la insuficiente respuesta del sector, se hace urgente sentar postura como ciudadanía y exigir que en tiempos de debacle es imperativo formar ciudadanos y ciudadanas capaces, como establece el Currículo Nacional, de valorase , cuidar de sí mismos y de su entorno, respetar al otro, convivir democráticamente en busca del bien común, ser conscientes de las problemáticas que vivimos como sociedad, resolver conflictos, aprender sobre su historia desde una mirada crítica y extraer lecciones para construir futuro.

No podemos permitir un nuevo atentado contra la educación básica pública, dirigido a anestesiar la memoria y la capacidad de ser agentes de cambio a las que tienen derecho nuestros niños, niñas y adolescentes y de apagar sus voces y su capacidad de acción mientras, dramáticamente, se decide su presente y su futuro, revés tras revés.

Solo con mejores ciudadanas y ciudadanos tendremos también mejores políticos capaces de refundar desde las bases el país y remediar la tragedia actual.

Una censura más, como en dictadura, que solo debe avivar el compromiso con la defensa de derechos y libertades y por el pronto retorno de la democracia nuestro país.