El alcalde de Londres, Sadiq Khan, acaba de ser reelecto para un tercer mandato, con el 43% de los votos. Durante su gestión, cuadruplicó la red de ciclovías, llevándola de 90 kilómetros en 2016 a más de 360 este año.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, fue reelecta el 2020 con un 50% de los votos, después de iniciar una transformación sin precedentes en la red de ciclovías de la ciudad. Actualmente cuenta con unos 1000 kilómetros de infraestructura ciclista, y los datos ya muestran que el número de ciclistas supera al de conductores de automóvil. Obviamente, los embotellamientos se han reducido y la calidad de aire viene mejorando.
Esta no es una rareza europea. Las verdaderas “potencias mundiales” vienen apostando por dejar atrás el viejo modelo de movilidad auto-céntrico, con una combinación virtuosa de ciclovías y transporte público de calidad que responde a los desafíos del siglo XXI. Beijing, capital de la primera economía del mundo, tiene más de 1000 kilómetros de ciclovías y una larga tradición de ciclismo urbano. En Tokyo viene cayendo la venta de automóviles mientras se incrementa el número de ciclistas. En Seúl, la red cicloviaria se está ampliando hasta los 1300 kilómetros, lo que pondrá a esta ciudad con un ratio ciclovías/ pistas incluso mayor que el de Amsterdam o Copenhagen.
Es más: París, Seúl, Toronto y otras ciudades, en los últimos años, incluso han quitado vías expresas y bypasses para convertirlos en espacio públicos y áreas verdes. Han recuperado espacios para la vida quitándoselo a los autos.
De más está decir que una característica común a todas estas ciudades es un sistema de transporte público masivo, moderno y de buena calidad. Con infraestructura segura para ir en bicicleta o en scooter y un gran sistema de transporte público, usar el automóvil todos los días y para cualquier cosa es algo que deja de tener sentido.
Pero en Lima, el alcalde López Aliaga sueña con Miami. Afirma muy orondo que su modelo vial es ese modelo ya superado en el mundo, en el que se necesita muchísimo espacio para pistas porque los vehículos particulares hacen un uso poco eficiente del espacio. Un modelo generador de tráfico, destructor del espacio público y, para colmo, contaminador del aire que respiramos.
Tanto el alcalde como el Gobierno central insisten en bypasses, vías expresas, vías rápidas y otras obras de infraestructura con este enfoque anticuado y superado en el mundo. ¿Para cuándo mirarán a las “potencias mundiales”?
Lima. Periodista con estudios de maestría en comunicación política y periodismo ambiental, docente universitario e investigador y activista en temas de comunicación, derechos humanos, política y ecología.