En defensa de los genéricos
El Estado debe mantener, por razones de salud pública, la venta obligatoria de medicinas a bajo precio.

Considerado en su momento un logro histórico, en el 2019 se emitió un decreto de urgencia para que las farmacias privadas mantuvieran en stock medicinas genéricas consideradas esenciales. Bajo esa premisa, se estableció la relación de 34 productos y era obligatorio que al momento de interactuar con los clientes hicieran constar la existencia de estas medicinas a la par que mostraban medicinas de marca.
En comparación de precios, la diferencia con medicinas de marca es abismal. Un genérico tal como la metformina –destinada a diabéticos– puede costar, en caja de 100 unidades, una cuarta parte del precio por 30 tabletas de un símil que recibe variados nombres comerciales. Y así ocurre con los genéricos para problemas cardíacos, exceso de colesterol, problemas gástricos, que forman parte de esa lista de los 34 genéricos esenciales.
Durante cinco años, este decreto de urgencia fue renovado en plazos una y otra vez. En el tiempo del Covid-19 resultó muy necesario para evitar el incremento de la escasez y el encarecimiento ya existentes.
Este 24 de febrero culminó la vigencia del decreto de urgencia y extrañamente no se renovó. El Minsa no ha dado más explicación que la de haber conformado una comisión evaluadora de los resultados de la medida para ver si logró lo esperado. Una respuesta burocrática frente a una necesidad pública y que afecta a millones de personas.
Algunas cadenas de farmacias han señalado que, pese al fin de la medida obligatoria, mantendrán el stock de genéricos. Es una decisión que se agradece, pero que no calma la ansiedad de los pacientes, porque la escasez de medicinas baratas obliga, en algunas enfermedades, a encontrar un sustituto al precio que sea. La defensa de los genéricos es parte del derecho ciudadano a la salud pública y de calidad, tan escasas en la actualidad.




