Ha comenzado a sonar otra vez el deseo de reelección de los actuales congresistas, lo cual es comprensible. La mayoría de ellos ha tenido ingresos muy superiores a los que tenían, la carga de trabajo ha sido muy leve, y algunos desorientados incluso les han mostrado respeto. Claro que quisieran volver, si se pudiera, pues nunca la han pasado tan bien.
A lo anterior podemos añadirle los problemas legales que podrían estar esperando a una parte de ellos. Los críticos más duros incluso dicen que no pocos congresistas principiantes llegaron al Legislativo en pos de impunidad respecto de su pasado, o incluso con la mirada puesta en su futuro. Hay varios que aprovechan sin tapujos esa ventaja del cargo.
La nube gris sobre este tema es que hoy en el Perú no es posible la reelección inmediata. Para eso se viene proponiendo un Senado que funcione como una trampa de pericote para que vuelvan los impedidos de regresar. La perspectiva es grotesca. A quien se le vio mal como congresista se le verá mal como senador, y peor todavía si insisten en discursear.
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Pero una cosa es ser formalmente reelegible (no es el caso hoy) y otra ser realmente reelegido, de forma mediata o más adelante. A simple vista, el privilegio ha sido casi exclusivo para el cogollo de dos o tres partidos importantes. Para los demás la tasa de retorno ha sido muy baja, en cuanto se correlaciona con la bajísima aprobación del Parlamento en las encuestas.
Se dirá que lo último que se pierde es la esperanza. Aunque en este caso el dicho funcione mejor si decimos que lo último que se pierde es la inscripción en una nueva lista, o la propia elección. Además, con cada vez más partidos en carrera, 130 curules van a estar intensamente peleadas, y lo mismo el financiamiento de campañas.
¿Cómo funcionan estos temas en la mente del elector? Se piensa que el votante no va a repetir el error original, si se le ofrece. Pero si votó mal a la primera, ¿se arrepentirá o se empecinará? A nadie le gusta reconocer su error. Los partidos favoritos lo siguen siendo elección tras elección, hasta el hartazgo. Casi todos sus congresistas suelen ser abandonados por el camino.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).