Alberto Otárola es, por varias razones, un premier que calza bien con los objetivos y necesidades políticas de la presidenta Dina Boluarte, pero, si no reacciona pronto con un reajuste del equipo ministerial, la crítica por el mal desempeño del gobierno se concentrará en él, desestabilizando su propia perspectiva política.
Otárola se ganó la confianza de Boluarte desde que fue su abogado en la acusación que le hicieron por hacer gestiones para el club regional Apurímac siendo vicepresidenta de la república, lo cual le ofrecía a un congreso maloso una llave para destituirla.
Esto, sin embargo, se desactivó luego de que los parlamentarios fueron persuadidos de que era una imputación de poca relevancia —lo cual era cierto—, pero, también, y quizá mucho más importante, de que Dina era la llanta de repuesto si Pedro pinchaba.
Como ocurrió al final, lo cual hizo que, cuando Boluarte juró como presidenta tras el golpe de estado fallido de Castillo, designara a Otárola como ministro de defensa y, a los quince días, lo pasara a la PCM luego de que el primer premier evidenciara su inexperiencia.
Otárola le otorga a Boluarte mucho de lo que ella carece: manejo de crisis, conocimiento del funcionamiento del estado, construcción de puentes operativos con el congreso, gracias a lo cual, contra el pronóstico de la mayoría, está durando en el cargo en medio de un equilibrio precario que esta columna llama ‘estabilidad de baja intensidad’, aunque con un gobierno cuyo desempeño hace agua en varios lados, lo cual le complica la proyección futura.
Por ello, se requiere un reencauche ministerial para facilitar la fluidez de la ruta. Hay varios cambios por hacer, pero tres son cruciales y urgentes.
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Interior no puede tener un ministro sin liderazgo en la policía —ni pudo estar en el cambio del comandante general— en medio del auge de la inseguridad. El MEF necesita un nuevo ministro que reconstruya la confianza perdida de la inversión privada. Energía y Minas, alguien que no sea un empleado de Petroperú dedicado a que esta sobreviva sin más plan que la teta estatal.
Hasta el objetivo de durar necesita el respaldo de una gestión pública que no sea mediocre y resuelva asuntos claves como la economía y la inseguridad.
Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.