Todos azuzan. Los contendores se miran con furia, el juez gira entre los peleadores para separarlos cuando alguna acción está fuera de regla. Quenas, charangos, mandolinas, tinyas y wankares ponen el marco musical, mientras pasa la Huaylia.
—Aquí deberían estar Dina y Otárola para que se mechen contra los dirigentes del pueblo —dice, uno de los comuneros, tras beber un largo trago de cerveza.
Hombres y mujeres, a su turno, según lista, se trompean. Con garra, descargan su cólera acumulada. Se dan de alma, se parten la nariz. Terminan con chorros de sangre y moretones en el ojo, espalda, brazos y piernas. Suenan huainos en los parlantes, mientras la comunidad disfruta del golpe y el puntapié certero.
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Así celebran en Santo Tomás, la capital de Chumbivilcas, Cusco, la Navidad —la fiesta de paz más hermosa de la humanidad— a punta de puñetes y patadas. Y hoy también lo harán en Apurímac, donde el pasado viernes 22 le gritaron “asesina” a la presidenta por los 49 peruanos ejecutados extrajudicialmente.
—Le sacaré su … a ese cholo … —escupe uno de los aguerridos qorilazos, refiriéndose a su vecino de chacra, el que le faltó el respeto a su mujer.
Es el Takanakuy, la antigua y violenta fiesta tradicional andina, donde hasta los peores desencuentros, los que no dejan dormir y los que te hierven la sangre, se solucionan a golpes, entre el polvo y el cascajo del ruedo y dardos envenenados en las miradas.
Así arregla la gente de estos pueblos, en el coliseo, en la pampa o en la plaza, bajo las nubes y el cielo azul, sus viejas rencillas por asuntos legales, amorosos o de honor. Los puñetes, las patadas voladoras, discurren en tres minutos, el tiempo de cada contienda.
—Aquí debería estar Dina —clama otra de las espectadoras, quien se imagina a la mandataria recibiendo el “cariño” de puneñas, ayacuchanas, cusqueñas y sus paisanas apurimeñas.
Terminada la pelea, los luchadores se dan la mano, se abrazan como hermanos y comparten dulces sorbos de licor. No habrá Takanakuy con Boluarte ni con Otárola, la justicia vendrá sin puñetes ni puntapiés, en el Poder Judicial.
Rumi Cevallos. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.