Boluarte sin oposición en el frente, por Augusto Álvarez Rodrich

El entusiasmo decreciente por las movilizaciones de protesta.

Siempre hay duda sobre la asistencia a las marchas, asunto en el que cada quien ve lo que quisiera que ocurra, pero las de este fin de semana no parecen tener la fuerza como para que puedan cambiar el rumbo político del país, en un contexto en el que, pese a la difícil situación de la gente, se ha debilitado la gana ciudadana de tomar la calle.

La calle ha sido en el Perú un espació que sí logró cambios de rumbo. Para no hablar del paro histórico del 19 de julio de 1977, que notificó al gobierno militar que era momento de la retirada para restaurar la democracia, ha habido otras marchas con impacto, como la que derribó al breve gobierno de Manuel Merino (noviembre 2020), o las que se tumbaron la ‘ley pulpín’ (diciembre 2014) o a ‘la repartija’ (julio 2013).

Las que ocurrieron tras la vacancia de Pedro Castillo tras su intento frustrado de ser dictador, y el arranque del gobierno de su vicepresidenta Dina Boluarte, hicieron tambalear a la política, pero los poderes legislativo y ejecutivo fueron muy hábiles para driblear el pedido de adelanto electoral, y la gente ya parece haber agotado su entusiasmo por tomar la calle por la desilusión de que eso pueda cambiar el rumbo de algo.

Como se evidencia en estos días. La marcha de anteayer, en el día del golpe de Castillo, solo convocó a unas 6.000 personas en Lima, con movilizaciones menores en 17 regiones, 22 provincias y con 27 eventos de protesta, según el ‘marchólogo’ Omar Coronel. Y los fujimoristas dicen que más gente hubo en Barbadillo a la salida de su fundador.

Las protestas enfrentan varios problemas: multiplicidad de objetivos, incluyendo absurdos como la liberación y reposición de Castillo, y ausencia de los temas que realmente interesan a la gente —economía e inseguridad—; falta de liderazgos; o poca credibilidad de quienes las apoyan, como Vladimir Cerrón o Verónika Mendoza.

Que es un problema del país que constituye el aliado principal del gobierno para su objetivo de durar: la debilidad de toda la oposición, de izquierda a derecha, sin descontar al centro, lo cual no es buena noticia para el país.

Como dice el escritor Víctor Hurtado, “lo delirante de la política peruana es que hasta puede caer la oposición”. Parodiando a Erich María Remarque, Boluarte sin oposición en el frente.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.

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