En julio pasado, CNN anunció que casi 62 mil personas murieron en Europa durante el verano a causa de un calor sin precedentes. El País, un mes después, informó que casi el 10% de esas muertes se concentró en España. Hace solo unos días, Brasil registró una ola de calor que llevó a los cariocas en Río de Janeiro a experimentar una sensación térmica de 59.3 °C.
Pese a que el cuerpo humano es extraordinario para lidiar con el calor, eventos climáticos extremos como estos afectan a nuestro cuerpo a nivel molecular, desnaturalizando las proteínas de nuestras células e impidiendo su adecuado funcionamiento, principalmente en órganos como el cerebro, corazón y pulmones.
¿Pero cómo lidia el cuerpo con el calor? Lo hace a través de cuatro mecanismos. El primero es la conducción, que involucra la pérdida de calor a través del contacto; por ejemplo, cuando sostenemos un cubo de hielo, el cual se derrite al tiempo que nuestras manos se enfrían. El segundo ocurre cuando radiación electromagnética, como la que proviene del sol, hace que nuestros vasos sanguíneos se dilaten, permitiendo una mayor radiación de calor de nuestro cuerpo hacia el exterior.
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El tercero es la evaporación, que sucede cuando el calor del cuerpo se transfiere al sudor y este se evapora generando una pérdida neta de temperatura en el cuerpo. Por último, está la convección, que ocurre cuando nuestro cuerpo se enfría gracias al aire que proviene, por ejemplo, de un ventilador.
El principio básico detrás de estos mecanismos es transportar sangre caliente lo más cerca posible a nuestra piel de modo que el calor se disipe a través del sudor, y del contacto con aire o superficies más frías. Por ello, ante una ola de calor, es importante mantener los hogares frescos, evitar la exposición al calor, mantenerse hidratado, y cuidar sobre todo de niños, ancianos y mujeres embarazadas, quienes son las poblaciones más vulnerables ante este tipo de eventos.
Investigadora en el Science Policy Research Unit de la Universidad de Sussex. Maestría en Políticas Públicas por la Universidad de Glasgow y es licenciada en Ciencia Política por la PUCP. Su trabajo de investigación gira en torno al rol de la tecnología y la innovación en procesos de transformación sustentables e inclusivos.