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Un PASO al frente, por Patricia Paniagua

“A los pocos días de haber cumplido 23 años de retorno a la democracia y de una transición conducida con absoluta pulcritud, podemos y merecemos tener una mejor clase política”.

Desde el año 2016, en que la crisis política actual nos mantiene en una suerte de imparable caída libre, tenemos clara la absoluta e ineludible urgencia de avanzar hacia una reforma política consistente que nos saque del terrible entrampamiento político actual, la profunda crisis de representación y la vergonzosa postergación de los intereses ciudadanos, puestos detrás de viles intereses de grupo, de quienes que pretenden perennizar la toma de la política para sus fines y el secuestro de nuestro presente y futuro colectivo y el de nuestro país.

Es así que este Legislativo, que bordea el 90% de desaprobación ciudadana y cuya legitimidad es nula frente a su grosero divorcio del interés ciudadano, ha atropellado, por ejemplo, en alianza con el Ejecutivo, la voluntad ciudadana manifestada en referéndum que dijo que ‘no’ a la bicameralidad y a la reelección parlamentaria, con el solo propósito de forzar a la ciudadanía a aceptar su habilitación para mantenerse, tanto ellos como sus ruines apetitos, dentro de la escena política de manera indefinida.

En esa misma línea, han estado el resto de las iniciativas discutidas por el Legislativo, dirigidas a bloquear a la ciudadanía, por ejemplo, con su intención de limitar la participación de los movimientos regionales y exigir el 3% de firmas de adherentes para la inscripción de un partido político.

A este paquete de contrarreformas, aprobadas por la Comisión de Constitución y que están pendientes de ser vistas por el Pleno, se le suma una que, particularmente, es un golpe artero a la legítima aspiración ciudadana de hacer escuchar su voz y su aspiración por una mejor clase política que honre su encargo, y que pretende descartar las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), incorporadas al sistema electoral en el año 2019 y suspendidas en sucesivas ocasiones.

Esta sustancial reforma lograda, de la que poco se ha hablado, permite evitar las designaciones a dedo al interior de las organizaciones políticas y, por tanto, fortalecer nuestra democracia y la transparencia, al otorgarle a la ciudadanía y su participación política el poder de decidir los candidatos y candidatas de su preferencia, desterrando la modalidad de delegados, a través de la que las cúpulas partidarias designaban a candidatos y su ubicación en las listas, sobre la base de sus intereses, que en nada se vinculaban a la probidad, idoneidad o respaldo de las militancias y cuya materialización significaría, también, el retorno al voto preferencial.

En tiempos de autoritarismo, de abuso de poder, de debilitamiento institucional, de obstrucción y perturbación de la justicia, de retorno a prácticas del pasado que nos dejaron en ruinas y a los pocos días de haber cumplido 23 años de retorno a la democracia y de una transición conducida con absoluta pulcritud, podemos y merecemos tener una mejor clase política, exijámosla. Demos un PASO al frente para defender lo avanzado y rescatar al país de la debacle.