En un momento parecía que la invasión de Ucrania podría influir en los deseos chinos de hacer algo similar en Taiwán. La idea no ha desaparecido, pero se ha complicado al grado de ya no permitir pronósticos muy arriesgados sobre el tema. Ahora la guerra en Gaza le ha complicado las cosas a Ucrania, al quitarle espacio en los medios.
La feroz contraofensiva de Israel contra Hamás desde el inicio viene siendo vista como la posible antesala de una guerra con Irán, y esta última a su vez como un ataque de los EE. UU. El temor a una conflagración que envuelva a todo el Medio Oriente no se ha disipado. La cuestión israelí sigue siendo un irritante a lo largo y ancho de la región.
El argumento de estos dos primeros párrafos es que en estos tiempos detrás de una guerra efectiva se está escondiendo otra guerra posible. Ucrania y Gaza eran conocidos polvorines antes de estallar. Son muchos los países donde se han erizado las fronteras, o donde hay zarpazos nacionalistas al vecino en las agendas de Gobierno.
Tanto en Ucrania como en Israel el papel de Washington ahora es moderar a un Gobierno amigo (Kiev) o aliado (Tel Aviv) para evitar formas de desborde bélico y geopolítico. A Ucrania se le recomendó no invadir Rusia, a Israel no excederse en la retaliación. Moscú viene tratando la guerra de Gaza con pinzas.
Después de la Segunda Guerra Mundial nadie se atrevió a decir que ya no habría más guerras, pero la esperanzadora idea flotaba en el aire, hasta que llegaron las guerras de Indochina y de Corea. El optimismo de los años 40 no se volvió a ver en el mundo; luego no hemos tenido año sin que se produzca alguna forma de mortandad bélica entre países.
La única pauta de moderadísimo optimismo es que las potencias militares de este siglo no están en la primera fila de todos los conflictos. La presencia de Rusia en Ucrania hoy es por cierto una excepción. Pero en términos generales las potencias prefieren confrontarse a través de países o movimientos testaferros.
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Hay en las guerras de estos días algo de temeraria indiferencia a las lecciones de la pasada pandemia.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).