La sequía, por Mirko Lauer

Después del hambre, la carencia de agua suficiente es la marca más evidente de la pobreza. Impacta la salud, el ánimo, la imagen social.

El corte de agua monstruo de Sedapal es emblemático y lanza los reflectores sobre el agua. Afecta a los que gozan de agua potable, no tanto a quienes no la tienen. Aunque igual el corte mientras dure va a subir los precios en las alturas sin servicios. Digamos que se va a restablecer una situación injusta, entre muchos aplausos.

No cabe mucha solidaridad en el llamado líquido elemento. Las familias disponen de su cuota y rara vez la comparten. Algo parecido pasa con las localidades agostadas. Aparte del millón+ del cinturón de miseria limeño, hay además lugares tan insospechados como Iquitos, al borde del Amazonas. El agua no se reparte sola.

Con las propuestas para hacer llegar agua a los peruanos se podría encuadernar una obra de infinitos tomos. No hay agua porque el cliente es pobre y no hay manera de sacarle la vuelta a esa sencilla ecuación. Si el agua potable se regalara por las ciudades del país, en la árida costa (hay propuestas), no alcanzaría para todos.

Siempre sorprende la rotundidad con que los políticos tratan el tema. Todos tienen planes de diverso tipo. Pedro Pablo Kuczynski la prometió para mañana. Ollanta Humala dijo que la prefería al oro. Por alguna misteriosa razón, Alberto Fujimori se negó a privatizar el sistema del agua en el país, a pesar del interés de Tokio.

Después del hambre, la carencia de agua suficiente es la marca más evidente de la pobreza. Impacta la salud, el ánimo, la imagen social. El agua de los pobres es costosa, no siempre disponible, en ocasiones potable apenas. En el fondo no es tener agua. Solo consiste en aplacar apenas una sed a la que no es posible, ni deseable, acostumbrarse.

En esta ocasión el corte será por una necesidad técnica de mantenimiento. Pero hay causas más graves para la ausencia o escasez de agua en el horizonte: calentamiento global, crisis del Estado, explosión demográfica o hacinamiento en las alturas. Consideremos que los recursos para acudir al camión cisterna están disminuyendo, y rápido.

En octubre, la cosa será recuperar el agua y ganar algo más en el proceso. Para otros será conseguirla, aprovechando los nuevos tubos. José María Arguedas dijo: “No hay pues agua. San Juan se va a morir porque don Braulio hace dar agua a unos y a otros los odia”.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).