Buena parte del trabajo de la CVR consistió en recoger testimonios: más de 18.000 personas recordaron los hechos que les tocó vivir. Sobre esa base, la CVR construyó una interpretación que puso en el centro a las víctimas, inocentes, atrapados entre dos fuegos. Ahí reside el valor y sentido moral de la CVR. Pocas veces una comisión oficial del Estado peruano se había solidarizado con los perdedores. Normalmente, habían servido para cubrir hechos y perpetradores. En esta ocasión fue el revés.
Pero la versión de la CVR era exigente. No era fácil aceptar que tanto Sendero como el Estado habían abusado de la población civil. Implicaba construir una postura diferenciada tanto del terrorismo como de las FF. AA. Además, cuando la CVR emitió su informe final, ya había perdido apoyo del Estado. Toledo no quiso colaborar con su difusión y recibió el documento con frialdad.
Luego, durante el segundo gobierno de Alan García, se produjo un cambio de chip, la interpretación de la CVR perdió centralidad y aparecieron otras memorias en juego. Ese desplazamiento fue alentado por el presidente con la colaboración del cardenal Cipriani, quienes fueron fundamentales en la difusión de una nueva versión.
En ese período, apareció una memoria institucional del Ejército. Bastante profesional, ofrece una interpretación alternativa a la CVR y, de una manera no explícita, constituye la respuesta del EP. El argumento es que hubo excesos, algunos oficiales confundidos por el fragor de la lucha abusaron individualmente de los DD. HH. Pero no hubo órdenes en ese sentido y en todos los casos los planes del EP habrían respetado a la población civil.
Este punto era clave para exculpar a las FF. AA. y permitir su posicionamiento como vencedoras del terrorismo. Las FF. AA. habían sacado la cara por el país y habían ganado. Esa versión pasó a la opinión pública gracias a los medios de comunicación que alentaron con entusiasmo la nueva explicación. Mejor olvidar a las víctimas y más bien halagar a los uniformados. El terruqueo colaboró con la hegemonía de esta nueva interpretación, estigmatizando al terrorismo, y también a las izquierdas y al pensamiento crítico en general. Además, el terruqueo implicaba que Sendero seguía actuando y que la protección de las FF. AA. y PNP era muy necesaria.
El progresivo desplazamiento de la interpretación de la CVR se consumó con los años, a partir del 2010. En ese período, Keiko perdió tres veces, pero el fujimorismo recuperó carta de ciudadanía. En efecto, algo menos de medio país votó por ella en tres ocasiones. Así, el fujimorismo logró posicionarse como una fuerza política crucial del ordenamiento legal del país. Su ascenso fue viento en popa para la versión de las gloriosas FF. AA. contra los terroristas asesinos. El crecimiento del fundamentalismo religioso de derechas terminó de reducir a la CVR a un museo y una fecha conmemorativa de su informe. Pero su punto de vista perdió piso y quedó reducido al círculo progresista con pocas opciones en la actualidad.
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Ahí se halla la causa del resultado de la encuesta del IEP al respecto de los 20 años. En términos generales, la ciudadanía conoce poco el informe de la CVR y quienes lo conocen no comparten su punto de vista, ni las personas de derecha ni las de izquierda. Solo el centro defiende a la CVR.
¿Es posible revertir esta situación? En principio todo es posible, aunque hay asuntos más trabajosos que otros. En este caso, el punto de partida es ofrecer una nueva síntesis, integrando 20 años de nuevas investigaciones, susceptible de llegar a la ciudadanía y disputar la hegemonía cultural. A la vez, es un asunto político, la cultura no se sostiene por sí misma, sino acompañada por opciones viables de poder. Habrá que remar bastante.
Historiador, especializado en historia política contemporánea. Aficionado al tenis e hincha del Muni.