Desde el 2016, nuestras instituciones de Gobierno se han debilitado sustancialmente. La intensificación de los conflictos sociales, la polarización política y la difusión de información imprecisa y falsa han puesto la estabilidad de nuestra democracia en juego. La tecnología no puede solucionar estos problemas de forma directa.
Sin embargo, con frecuencia se escuchan argumentos que resaltan las ventajas de usar tecnologías digitales para acercar el Estado a los ciudadanos: más y mejores servicios a través de telesalud y teleeducación; simplificación de trámites y procedimientos administrativos, y acceso a información que le permita a la ciudadanía hacer rendir cuentas a sus gobernantes son solo algunos de los ejemplos de lo que la tecnología nos podría ayudar a lograr.
Sin dejar de reconocer los méritos de un adecuado despliegue de este tipo de herramientas, pensar en la tecnología como una panacea nos impide anticipar el potencial lado negativo de un uso negligente, exclusivo y no sostenible. La prevalencia de plataformas y espacios de socialización en línea no solo ha democratizado la participación ciudadana en los quehaceres públicos, sino que también le ha abierto la puerta a amenazas digitales que han afectado la seguridad y estabilidad de las democracias alrededor del mundo.
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Algunos ejemplos de las tendencias que ya empezamos a observar en nuestro país son ideologías e identidades fragmentadas, instituciones mediáticas debilitadas y entornos de información que son convertidos en un arma con fines políticos.
El Instituto para la Seguridad y la Tecnología (California) identificó seis tendencias más que están erosionando la calidad de la participación en la vida pública en otros países y que podríamos llegar a observar en el Perú si no tenemos una conversación incómoda pero honesta sobre cómo las tecnologías digitales pueden exacerbar o instigar el debilitamiento de nuestras instituciones. No estamos tarde para ser parte de esa conversación.
Investigadora en el Science Policy Research Unit de la Universidad de Sussex. Maestría en Políticas Públicas por la Universidad de Glasgow y es licenciada en Ciencia Política por la PUCP. Su trabajo de investigación gira en torno al rol de la tecnología y la innovación en procesos de transformación sustentables e inclusivos.