Opinión

El día de los mercenarios, por Mirko Lauer

"Un efecto importante del incidente Wagner es que dificulta, hasta nuevo aviso, las posibilidades de pacificar el teatro de operaciones ucraniano".

Lauer
Lauer

Al escribirse estas líneas la historia de la insurrección de Wagner está lejos de haber concluido. Es cierto que Yevgueni Prigozhin ha desmovilizado a sus mercenarios que avanzaban hacia Moscú. Pero el daño está hecho, el poder de Vladímir Putin ha sido cuestionado.

Mientras tanto, la guerra de la información sigue adelante. La contraofensiva de Ucrania contra los rusos ha fracasado, o ha tenido cierto éxito, según quien escriba la nota. El ejército ruso se ha repuesto, o sigue en problemas, según quien cuente la noticia.

Prigozhin ha puesto en evidencia importantes divisiones. Entre él y Putin, entre él y el Ministerio de Defensa ruso, entre Putin y algunos militares. Su acto de ayer tácitamente plantea la necesidad de un nuevo reparto del poder en Rusia. La guerra de Ucrania debe ser vuelta a pensar.

¿Por qué lo hizo? Algunos analistas remiten la iniciativa a la búsqueda de un espacio en la política formal de su país. Su movida ha debilitado al Nº1 del Kremlin. Pero para liquidar a Putin se necesita más que un susto que dure 24 horas. Se necesita separarlo de su aparato de seguridad.

Para “no derramar sangre rusa” (aunque también lo es la ucraniana, según él, y la derramó sin problemas), Prigozhin no solo ha desmovilizado sus tropas, sino además ha ofrecido irse a vivir en el exilio, en la vecina Belarús. Lo que parecía un estallido empieza a parecer un sainete.

¿Qué va a hacer Putin ahora? Lo primero serán las nuevas explicaciones. La que circula ahora habla de desavenencias entre Prigozhin el comerciante-contratista y la élite militar rusa. Pero también hay la versión sobre el oligarca político ensayando un ambicioso putsch.

Luego Putin va a tener que demostrar que mantiene el control de Rusia. Pues Prigozhin no es solo un mercenario insurrecto, sino ahora también un opositor político y —si no es liquidado a la distancia desde el Kremlin— un conspirador a tiempo completo.

Un efecto importante del incidente Wagner es que dificulta, hasta nuevo aviso, las posibilidades de pacificar el teatro de operaciones ucraniano. Putin quiere reclutar a los mercenarios sin contratista al ejército ruso. Parece un capítulo en la caída del Imperio Romano.

Por algo la revista Foreign Policy afirma que “el motín de Prigozhin es para Putin el comienzo del fin”.