No le gusta el fujileninismo, por Mirko Lauer
"La izquierda en el Congreso está zarandeada y, valga la contradicción, hace buen tiempo que ha dejado de ser un lugar cómodo para practicar el izquierdismo".

Silvana Robles, una congresista de Perú Libre, ha dejado al partido por haberse este aliado con el fujimorismo. Un tipo de renuncia que ya se ha dado antes, no solo en PL. La izquierda en el Congreso está zarandeada y, valga la contradicción, hace buen tiempo que ha dejado de ser un lugar cómodo para practicar el izquierdismo.
Siempre hay alguien mudándose de una bancada de izquierda a otra, o formando una bancada nueva que no se define con claridad, o que se mantiene en el limbo, esperando lo mejor. Pero a la postre todos salen de debajo del sombrero de Pedro Castillo.
De estos renunciantes algunos pasan a nuevas bancadas desafectas, otros prefieren pasarse al derechismo por cuenta propia, y unos pocos se quedan flotando en el éter político, viendo qué destino le van dando a su voto en el día a día del Congreso. Si recordamos bien, no hemos visto un solo caso de tránsito de la derecha hacia la izquierda.
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En su partida Robles deja una frase inquietante: “No puedo aceptar la unión contra natura con el fujimorismo”. Una práctica, precisa, disfrazada de pragmatismo. Aunque sobre lo de natura, la dirigencia de PL nunca ha sido en su actuación tan de izquierda como le gustaría a Vladimir Cerrón. Cruzar el puente no ha sido difícil.
Lo que ha decidido a Robles es la reciente votación de PL contra Zoraida Ávalos. Las coincidencias con Fuerza Popular y otros grupos de derecha vienen de meses atrás, lo cual mueve a pensar que la renuncia de la congresista se debe a un hartazgo acumulado. Es evidente que el encogimiento de la piel de zapa va a continuar.
Robles define un hartazgo ideológico y moral. Pero la situación también amerita un hartazgo práctico. En sus acercamientos con la derecha, los izquierdistas del Congreso han obtenido bastante poco. El premio mayor parece ser haber obtenido un defensor del pueblo, personaje cuestionable para ese cargo, que pasó a la inoperancia apenas elegido.
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Las alianzas con bandos discrepantes, y hasta contrarios, no es insólita en los Parlamentos. Es una incursión en la heterodoxia que se explica y hasta justifica cuando hay un objetivo común beneficioso para todas las partes. Aquí no hemos visto objetivos comunes que justifiquen la alianza derecha-izquierda.






