Por Sandro Mairata | @CINENSAYOLat y @smairata
A pesar del esfuerzo realizado, hay mucho para cuestionar en Una aventura gigante, nueva cinta de animación a cargo de Eduardo Schuldt, un pionero de la animación digital en el Perú. Schuldt hizo historia con Piratas del Callao, famoso por ser el primer filme de animación 3D del país allá por al antediluviano 2005. Las críticas fueron duras por lo rudimentario del acabado, la historia, los diálogos. Todo. Schuldt volvió a la carga con Dragones: Destino de fuego de 2006, y se ha mantenido estrenando con regularidad películas de animación.
El tipo es un convencido de su vocación de animador y creador de historias. El asunto es la realización de las mismas. La progresión desde Piratas del Callao a Una aventura gigante está en el acabado digital pero muchas falencias persisten. Pareciera faltar una voz firme de contrapeso a las decisiones del director.
La historia nos presenta a dos jóvenes en el desierto de Nasca; él es Sebastián (voz de Gina Yangali) y ella es Sophia (Merly Morello). Sophia, adolescente, lamenta la desaparición de su madre, mientras que el niño Sebastián es inquieto y lenguaraz. Una tormenta los transportará al mundo la tierra de los dioses precolombinos conocida como Hanan Pacha, donde los cuatro “guardianes” (gigantes mitológicos del antiguo Perú) les encomendarán enfrentar al demonio Supay. En el camino, recibirán la ayuda de un pequeño huaco llamado Wawa.
Schuldt hace de Una aventura gigante un producto pedagógico, con la clara intención de que los niños aprecien la cultura Nasca. La motivación es buena, pero entonces tenemos frases y retórica dignas de un salón de clases, no de una historia de cine. El guion también presenta problemas en su falta de fluidez y cercanía con el espectador. Quizá estamos muy acostumbrados a la dicción aterciopelada de los actores de voz mexicanos, pero el acento peruano suena tosco y plano. Hay roles en manos de voces como las de Gustavo Bueno o Reynaldo Arenas que se resuelven con oficio, aunque líneas tipo “¡ahora conocerán mi furia!” (o algo así) son demasiado básicas para 2022. La relación de los jóvenes de esta generación con la tecnología y el inglés se presenta también un poco más que mordaz, casi ofensiva.
Wawa, como personaje de alivio cómico, es una adaptación evidente del Groot de Marvel (por el recurso de solo decir “wawa” toda la película); el diseño del Supay se presta bastante del Balrog en la versión de El señor de los anillos de Peter Jackson. Sí impresionan los pulcros acabados de las texturas de los gigantes pero, otra vez, la secuencia de la araña vs. los niños es un calco de Peter Jackson. Con todo, sí, es un filme que seguro los niños disfrutarán. Los padres… ese es otro cuento.
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